Uno de los grandes peligros que tiene el Dakar, especialmente en las etapas de desierto puro, es el paso por dunas. Los competidores de coches y camiones lo explican siempre: cuando suben una colina de arena no ven lo que hay al otro lado, van totalmente a ciegas. Sólo ven el cielo y cuando se quieren dar cuenta, ya están cayendo por el otro lado.

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En el caso de los camiones es especialmente crítico este tipo de maniobras, ya que deben tener mucho cuidado de no quedar clavados en la arena y dar una vuelta de campana. Es precisamente lo que le ocurrió al camión 519 del equipo Dakarspeed pilotado por Maurik Van den Heuvel.

Sucedió en la tercera y caótica etapa del Dakar. El neerlandés y sus navegantes pasaron demasiado deprisa por una duna y, al caer, clavaron el frontal de su Scania Lonestar con tan mala suerte que volcaron. Quedaron boca abajo, con el susto en el cuerpo pero sin heridas ni nada roto. Estaban intentando salir, cuando de repente sintieron un fuerte golpe: un coche les había embestido.

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No deja de ser irónico que, con todo el espacio disponible en el desierto, el Toyota Hilux pilotado por el argentino Juan Cruz Yacopini (que tiene de copiloto a su padre, Alejandro) acabó empotrándose contra el camión volcado, para susto de sus tripulantes que estaban intentando salir. Todo se quedó en un susto, más allá del abandono de los propios competidores del 'elefante del desierto', que se quedaron encallados y no pudieron arrancar.