Para una parte de la crítica, ellos, con sus frondosas barbas y sus melenas de hippy con adosado, eran simplemente los barbudos. Para otros, eran los niños mimados de Hollywood. A diferencia de Dennis Hopper y Arthur Penn, Scorsese, Coppola, Spielberg y De Palma, entre otros, no pretendían cambiarle la vida a nadie. No venían a escupirle en la cara a ninguna vieja gloria ni a rodar antiwésterns para vengarse de John Ford. Ellos sólo querían hacer películas. Y, desde luego, sabían rodarlas.
Además, eran amigos o compartían una devoción por el cine que se parecía mucho a la amistad. Años después, reconocerían que sólo se veían en los cumpleaños porque estaban muy ocupados dirigiendo. Desde la infancia, se habían preguntado quién era esa figura invisible que se movía tras la cámara en sus películas favoritas y, años más tarde, ellos se habían convertido en esa misma criatura. Los niños mimados también se veían en las galas de premios. Eran los jóvenes reyes de la industria. Pero también los reyes envejecen.
Décadas más tarde, el nuevo Hollywood tiene ciática. Coppola se ha visto obligado a vender hectolitros de vino para poder costearse Megalópolis, su proyecto largamente anhelado, y Brian De Palma, quizá uno de los miembros más influyentes de la pandilla, estrenará el año que viene una película brasileña sin que a nadie, al parecer, le importe demasiado. George Lucas, reconvertido en empresario, no dirige desde hace 20 años, y Bogdanovich, Cimino y Friedkin han muerto. Sólo Scorsese y Spielberg siguen viéndose en las galas. Sólo Scorsese y Spielberg siguen ahí.
Scorsese contra Spielberg
Si en algún momento hubo una rivalidad a varias bandas, esta se ha reducido a un amistoso duelo entre Scorsese y Spielberg, que continúan asistiendo a todas las ceremonias en las que los nominan, aún a sabiendas de que es muy posible que la suya sea una candidatura testimonial. Ambos se reencontrarán en la próxima edición de los Oscar, ya que Spielberg ha sido nominado como productor de Maestro y Scorsese como productor y director de Los asesinos de la luna.
La última candidatura es la esencial ya que, con ella, desempata las nueve nominaciones que lo igualaban a Spielberg como mejor director. Por delante, sólo queda el legendario William Wyler, con 12. Si analizamos el total de nominaciones, en cambio, el orquestal Spielberg va en cabeza con 23 (lo que tiene ser el productor de tus propias películas desde los 80).
Y si analizamos las estatuillas como director, también gana Spielberg: La lista de Schindler y Salvar al soldado Ryan lo condecoraron como el mejor cineasta de su año, mientras que Scorsese tuvo que esperar hasta 2007, con Infiltrados, para que la Academia recordase que Toro salvaje o Uno de los nuestros no se habían dirigido solas.
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