Arsuaga señaló también que el cerebro del hombre de Atapuerca debió tener algunas otras diferencias con el del hombre actual porque "el nuestro es algo más alto".
Recordó también que el estudio de los huesos internos del oído ha permitido determinar que el rango de frecuencia auditiva es muy similar al nuestro, por lo que "seguramente también utilizaba un lenguaje simbólico y creemos que podía razonar".
Muerto por la infección de una muela
El estudio de los restos de cráneo, concretamente el cráneo 5, también está propiciando el estudio de la enfermedad que sufría este individuo.
Según Arsuaga parece que sufrió una fuerte infección en la cara, probablemente como consecuencia de la rotura traumática de un diente que se infectó. Otra deducción de los estudios que se han realizado en los restos hallados en Atapuerca es que el desarrollo de los dientes de estos individuos era "seguramente más rápido que el nuestro", afirmó Arsuaga.
Sin embargo, no ocurría lo mismo con el patrón general de crecimiento, que es muy próximo al nuestro, lo que también le distingue de los chimpancés, que son los simios más próximos a los homínidos en este aspecto.
A la caza del genoma
El codirector de las excavaciones de Atapuerca aseguró que uno de los grandes retos que tiene ahora el equipo de investigador es obtener un mapa del ADN de alguno de los homínidos localizados en la sierra burgalesa.
"Nos permitiría ir más allá de los estudios morfológicos que estamos realizando y conocer detalle del genoma de estos individuos", aclaró Arsuaga.
El equipo investigador ha desarrollado un sistema puntero que les ha permitido obtener el mapa de ADN de un oso que habitó la sierra de Atapuerca hace 500.000 años, "que es el más antiguo del mundo", aseguró el científico.
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