VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

Contra Franco vivíamos mejor

Vicente Vallés
Vicente Vallés
20 minutos
Vicente Vallés

El independentismo catalán no ha tenido gran éxito en su intento de acumular apoyos internacionales para su causa. Sí ha logrado generar una imagen heroica entre cierta prensa extranjera, lo que aporta oxígeno a su causa. Pero su conquista más importante ha sido la de un amplio sector de la izquierda española. Necesitaban un aliado al otro lado de la pista, y lo tienen. Cuanto más a la izquierda, más aliado.

El nuevo titán del independentismo, el castellanoparlante Gabriel Rufián, ha sabido comprimir la táctica en una frase de mitin, que cabe en un tuit: "El franquismo no murió el 20 de noviembre de 1975 en una cama de Madrid; morirá el 1 de octubre de 2017 en una urna de Catalunya". Desde siempre, la derecha se resiste de forma autoinculpatoria a renegar formalmente de la dictadura, mientras que la izquierda más melancólica aún pretende en 2017 ganar la guerra que se perdió en 1939. España no consigue superar sus fantasmas históricos.

La sola mención al franquismo sigue excitando los jugos gástricos de la política española. En los últimos años 70, la elección de la reforma democrática negociada en lugar de la ruptura revolucionaria provocó en cierta izquierda alérgica al pacto eso que Jaime Chávarri resumió en una sola palabra, que sirvió de título a una fantástica película-documental: desencanto. Mientras que la derecha mohína añoraba la España cuartelera y decía que "con Franco vivíamos mejor", la izquierda mustia caía en el mantra perezoso de que "contra Franco vivíamos mejor", en ingeniosa y descriptiva frase de Manuel Vázquez Montalbán.

La Guerra Civil no fue un conflicto entre España y Cataluña ("que nos devuelvan el país que nos robaron hace 80 años", ha dicho el insigne 'historiador' Rufián), sino entre España y España. Ni terminó cuando cayó Barcelona, sino cuando cayó Madrid. Ni el referéndum del 1 de octubre será la flebitis que desencadenará la sucesión de enfermedades que acabarán con Franco y el franquismo. Ni Joan Manuel Serrat es fascista ni mal catalán por cuestionar esa votación.

El mesianismo independentista se ofrece ahora a los españoles para echar a Rajoy y, como supuesta consecuencia derivada, expulsar del poder al pretendido franquismo del siglo XXI. Los efectos colaterales que eso pueda provocar son menos importantes que el objetivo prioritario. Y la oferta ha sido aceptada por muchos. Enfrente, el PP tiene el Gobierno, dispone de la ley, puede utilizar a la Fiscalía y a las fuerzas del orden, cuenta con Ciudadanos y (más o menos) con un PSOE que se siente muy incómodo. Pero eso no le asegura a Rajoy la victoria. De hecho, la victoria no será evitar el referéndum del 1 de octubre. Porque el 1 de octubre no termina nada. El 1 de octubre empieza todo.

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