PEPA BUENO. PERIODISTA
OPINIÓN

Lo inaceptable

Pepa Bueno.
Pepa Bueno.
JORGE PARÍS
Pepa Bueno.

Porque lo inaceptable se vuelva habitual, no deja de ser inaceptable. Nos hemos acostumbrado ya a ver las vallas de Ceuta y Melilla con seres humanos encaramados a ellas contemplando a lo lejos cómo otros juegan al golf con relajada indiferencia. Hemos incorporado a nuestra rutina los barcos de juguete atiborrados de personas naufragando en el Mediterráneo. Ya no nos extraña casi que le den una paliza a un adolescente refugiado en Londres o a una mujer marroquí en Málaga. Y Angela Merkel -la política que mejor entendió al principio el drama de los refugiados- discute ahora agriamente con Tayip Erdogan por los derechos humanos sin preguntar por el destino de los refugiados que les enviamos desde Grecia. Hay una primera batalla que la extrema derecha ha ganado ya, la de insensibilizarnos, la de permitir que el espantajo de una guerra sobre el peñón de Gibraltar distraiga de la guerra que esta semana ha gaseado desde el aire en Siria a la población civil de Idlib.

Ahora el ministro español del Interior, Juan Ignacio Zoido, anuncia que va a crear tres nuevos CIE, tres centros de internamiento de extranjeros en Madrid, Málaga y Algeciras, y la noticia ha pasado casi desapercibida. Habrá que volver a recordar que estos centros son agujeros negros, un limbo jurídico donde se recluye a personas que no han cometido ningún delito. Como gran novedad se plantea discutir si la Policía debe estar dentro de los CIE o a las puertas. El número insignificante de refugiados que hemos acogido frente al que nos comprometimos a acoger ha desaparecido prácticamente de la agenda política.

Y mezclo deliberadamente a inmigrantes y refugiados porque la emigración es un derecho, no un delito, y a los que huyen de la guerra los ampara el derecho internacional. No se trata de minimizar la envergadura del problema de los flujos humanos ni de ignorar que las soluciones no son fáciles. Pero los mismos países que somos capaces de atender y acudir a socorrer las consecuencias de un terremoto en el otro extremo del planeta nos negamos siquiera a pensar y planificar cómo aplicar toda esa logística cuando toca hacerlo en nuestro suelo y tener aquí, en la rica y acolchada Europa, a las víctimas del terremoto bélico sirio o a las del tsunami del hambre y la desesperación que recorre cíclicamente a distintos países del continente africano. Solidaridad y justicia sí, pero si se ejercen lejos, bien lejos.

Nadie se atreve a aventurar el resultado de las elecciones en Francia. Todo el centro derecha ha extremado su discurso pretendiendo disputarle el voto a Marine Le Pen en su propio terreno. Y la izquierda sigue en su marasmo de división, grandes proclamas y fracaso político. Pero Le Pen y los suyos han ganado ya una batalla, que lo inaceptable se vuelva tan habitual que nos olvidemos de que es inaceptable.

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