IRENE LOZANO. ESCRITORA Y DIRECTORA DE THE THINKING CAMPUS
OPINIÓN

Carta a Felipe VI: ¿Podría usted abdicar en un robot?

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Querido Rey:

Me conmovió su intervención anteayer en el Parlamento británico. No por la reivindicación de Gibraltar, que damos por sentada, ni siquiera por la preocupación sobre el destino de los españoles afectados por el brexit. Lo que me puso los pelos de punta fue su acento: el tópico de que el aparato fonador español es refractario a la lengua inglesa quedó triturado. Ahora ya sabemos que los malhablados son perezosos o han de echar más horas al inglés.

Proseguí escuchándole ligera, liberada ya de ese lastre que los complejos nacionales nos arrojan sobre los hombros y, de repente, me asaltó un pensamiento inquietante. Ando estos días en los cursos de verano del Escorial, escuchando a gente brillante. Se han encaramado a una pila de libros que, a modo de atalaya, les permiten ver el futuro, y encima tienen la generosidad de contárnoslo. Como no paramos de hablar de la inteligencia artificial, se me cruzaron los cables a medio camino entre el Monasterio escurialense y Westminster, y el cortocircuito neuronal se transformó en pregunta: el trabajo de rey, ¿es robotizable? Los expertos nos dicen que los empleos repetitivos, penosos y monótonos van a desaparecer, nos hablan de trabajos más y menos substituibles por las máquinas, pero en ninguna de esas listas se habla de la profesión de rey. Sin embargo, reconozco con claridad que su trabajo es a menudo repetitivo y monótono: ¿cuántas veces usted, su padre, su abuelo, bisabuelo, etc., han reclamado Gibraltar? ¿Lo haría con más eficacia un robot? No lo sé, de verdad; no lo sé, de posverdad.

Una de esas crónicas de la posverdad anunciaba el otro día que en 2049 el best seller del año lo escribirá un robot. Sí, un titular del populismo periodístico que usted conoce y padece. Pero, imagínese que hubieran titulado esto: en 2049 tendremos un rey-robot. Se hubiera considerado una conspiración antimonárquica, aunque yo creo que el abanico de posibilidades que esto nos abre es complejo. ¿Podría usted, o sus descendientes, abdicar en un robot? ¿Cómo incrustaríamos al humanoide en la línea sucesoria? ¿Deberíamos celebrar un referéndum? La tecnología nos permite huir de la elección binaria y plantear: monarquía, república o robocracia (no entendida como el gobierno del ‘robo’, que eso ya lo tenemos, sino jefatura del Estado del robot).

De pronto me vino a la cabeza la hermosa y pequeña Leonor. Ella no se merece esto. O tal vez sí, si la libráramos de reivindicar Gibraltar.

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