CÉSAR JAVIER PALACIOS. PERIODISTA EXPERTO EN MEDIO AMBIENTE
OPINIÓN

Escuela de consumidores

César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
JORGE PARÍS
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.

Tengo un amigo que trabaja en Cáritas. Atiende todos los días en Madrid a decenas de personas que, literalmente, no tienen para comer. Les ayudan como buenamente pueden, pues la crisis también está apretando mucho a esa solidaridad de la que todos nos ufanamos pero que solo unos pocos hacen efectiva.

A la hora de repartir alimentos, me cuenta, clasifican a las personas necesitadas en tres segmentos dependiendo de su madurez como consumidores. Los que saben comprar, los que son incapaces de hacerlo con cabeza y los que pueden hacerlo pero con ayuda. Para los primeros es sencillo: les dan directamente el dinero. A otros los acompañan voluntarios encargados de enseñarles a realizar una compra humilde donde los cereales, la fruta y la verdura primen frente a chocolates y golosinas. El tercer grupo es el de los que no saben comprar, pues meten en el carro de todo menos lo verdaderamente necesario. A ellos les entregan en mano lotes de productos básicos ante la certidumbre de que por sí mismos van a tardar mucho en llegar a ser consumidores responsables.

Lo tienen muy complicado. Diariamente nos bombardean con una potente publicidad engañosa donde parece que si no te inflas a dulces y productos lácteos igualmente preñados de azúcar no podrás ser feliz. Antes las familias más humildes lo tenían claro. Nunca faltaba un buen potaje en casa. Ahora resulta muy difícil comer bien pues la mercadotecnia nos arrastra hacia hamburguesas, pizzas, fritangas y productos precocinados, escasamente sanos y además caros.

El modelo de mi amigo en Cáritas debería hacerse extensivo a toda la sociedad. Somos lo que comemos, pero cada día sabemos menos qué porras comemos. De dónde viene, cómo y con qué se ha hecho, en qué condiciones laborales, si provoca sufrimiento animal o terribles impactos en la naturaleza. No sabemos comprar. Entre otras razones, porque necesitaríamos pasar horas en el supermercado estudiando etiquetas ininteligibles, preguntando a los encargados, comprobando en internet, y no tenemos tiempo. Compra rápida, error seguro.

Defiende el famoso cocinero inglés Jamie Oliver la incorporación en las aulas de una asignatura dedicada a consumo y cocina. Tiene toda la razón. Ningún joven debería terminar Secundaria sin saber comprar y cocinar al menos una docena de platos diferentes. En cuanto salgan de casa no les va a quedar más remedio. Pero lo habitual es no saber hacer ni un huevo frito. Algunos piensan incluso que los huevos proceden de fábricas, porque eso de que salgan del culo de una gallina no entra en su tierna mollera. Y si no saben algo tan básico, será imposible esperar de ellos un comportamiento cívico y sostenible, de consumidor preocupado por eliminar de sus dietas las terribles grasas de palma, los alimentos hipersalados, los potenciadores del sabor, colorantes, conservantes y toda esa química innecesaria. Será muy complicado sustituir la bollería industrial por un buen pan casero untado con miel. Imposible esperar de ellos una apuesta por los alimentos ecológicos o de proximidad.

Son muy caros, dirá más de uno. No son conscientes de nuestra fuerza como consumidores. Los primeros teléfonos móviles fueron carísimos hasta que los empezamos a usar todos. Cuantos más apoyemos este nuevo consumo sostenible, sosegado, ecológico, concienciado, mayor y más barata será la oferta. Aunque para lograrlo hará falta estudiar mucho. Graduarnos en consumidores del siglo XXI, responsables y protestones. Exigir que en los famosos programas de cocina televisivos no solo se tenga en cuenta la calidad del producto final, sino todo el proceso de obtención de las materias primas; también el reciclaje de empaquetados y aceites o el aprovechamiento de las sobras. No será fácil. Hace casi cuatro siglos el duque de La Rochefoucauld ya lo advertía con una de sus famosas máximas: "Comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte".

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