Keira Knightley está acomplejada por haber abandonado sus estudios con 16 años. Es una de las confesiones que la actriz hizo esta semana durante una entrevista concedida a The Guardian y que recogía estos días Europa Press.

La actriz asegura que "a veces me siento realmente estúpida y, otras, me siento bien. Normalmente, cuando concedo entrevistas a la prensa me veo realmente idiota pero, eso sí, siempre puedo hablar muy bien del vestido que llevo". Se muestra tremendamente arrepentida por no haber continuado con su formación académica: "Por haber abandonado los estudios tan pronto siento que tengo que probar algo. Siempre fui muy buena estudiante y la idea de dejarlo a los 16 me ha traumatizado durante años. Ahora es cuando empiezo a aceptarlo y a entender que todo está bien pero siempre será algo que está ahí y que no puedo borrar, será como una cicatriz (...) Después de dejar el colegio no he tenido ninguna otra educación formal pero considero que eso es parte misma de mi educación porque me ha obligado a leer por mi cuenta y a aprender a disfrutar de ese trabajo personal".

Sobre su éxito profesional, cuenta que "me gusta y no me gusta" y añade que "durante mucho tiempo lo he encontrado confuso y me ha dado miedo. No sentía que lo mereciera". Incluso desmiente las cifras publicadas por Forbes, que la situaron (hace tres años) como la segunda actriz mejor pagada en el mundo. "¿De verdad? No lo sabía. Una vez oí que ganaba 36 millones de libras al año. Eso sería fabuloso pero, en realidad, ninguna de las cifras que se han publicado sobre mi sueldo es verdadera".

Sobre el paso de los años y cómo puede afectar esto a su carrera, dice no tener miedo: "Mi apariencia ha sido modificada un montón de veces. Es cierto que en parte he tenido papeles por mi físico, como fue el caso de Piratas del Caribe, pero eso no es así siempre. En realidad me hace mucha gracia todo este asunto de la belleza porque hay gente que opina que soy una cara bonita mientras otros consideran que mi rostro es muy desagradable".

En un plano más personal, sobre su delgadez y las informaciones relativas a su supuesta anorexia, se lo toma con humor: "Mis galletas favoritas son las de crema de vainilla porque puedes separarlas y comerte por un lado la tapa y por el otro la crema". Aunque también añade que tanto ese tema como el poder llevar una vida normal no le han resultado fáciles: "Al principio, la gente me paraba por la calle y no era precisamente amable. No fue fácil para mi. Muchos me preguntaban cosas sobre la anorexia. Otros se enfadaban cuando consideraban que estabas en un lugar en el que ellos creen que no deberías estar, como por ejemplo un bar".