Huelgas a la española, huelgas a la francesa: culturas de la movilización opuestas

  • Las protestas masivas en Francia dejan en evidencia la escasa movilización en España.
  • Con peores datos económicos, mayores recortes y más afiliados a sindicatos, el 29-S tuvo menos impacto que las huelgas francesas.
  • Los sindicatos españoles no han continuado las protestas.
  • Se han convocado más huelgas generales en el último año en Francia que en la historia democrática española.
Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo encabezan la manifestación de Madrid.
Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo encabezan la manifestación de Madrid.
JORGE PARÍS
Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo encabezan la manifestación de Madrid.

Francia y España son vecinos de frontera, pero si comparamos sus últimas huelgas generales parecen estar en puntos opuestos del planeta. La crisis económica y las reformas que ambos Gobiernos han puesto en marcha han provocado movilizaciones como la huelga general del pasado 29 de septiembre y la cadena de paros que ya van por su noveno del año en Francia.

En la semana en la que se vota en el Senado galo la polémica reforma de las pensiones -pretende retrasar la edad de jubilación de 60 a 62 años y de 65 a 67 para aquellos  trabajadores que no hayan cotizado el tiempo necesario para cobrar la pensión entera-, Nicolas Sarkozy se enfrenta a la quinta huelga general de este otoño -novena del año, sin contar paros sectoriales- que amenaza con colapsar el país, después de no tener suministro de carburantes desde el viernes.  Las cifras son contundentes: el 71% de los franceses apoya una huelga que no se sabe cuándo acabará.

El 29-S español fue muy distinto. La huelga fue convocada con cuatro meses de antelación y para una fecha en la que la reforma laboral ya había sido aprobada parlamentariamente -en julio-. Su seguimiento, a pesar de las distintas visiones, confirmó que, salvo en partes del sector industrial, el país no se paralizó. En cualquier caso, un día después, Ejecutivo y sindicatos hablaban ya de futuros diálogos, a pesar de que el Gobierno no iba a dar marcha atrás. Del siguiente calendario de movilizaciones del que se habló, de momento no hay noticias.

Estas dos formas de huelga tan opuestas podría explicarse de distintas maneras. Se podría hablar de la cultura de la movilización francesa (durante la etapa democrática España ha vivido siete huelgas, dos menos que Francia en este año) que ha calado bien hondo en la ciudadanía, nación democrática por excelencia y cuna de la Revolución racionalista y la división de poderes. Igualmente se podría citar el impacto y éxito de las huelgas galas, cuyo Mayo del 68 se entiende como un momento histórico y las movilizaciones de 2006 lograron paralizar la Ley de Primer Empleo.

Por todo, y por la educación recibida, es normal que la población esté acostumbrada y dispuesta a defender lo que cree justo en la calle. No sólo al amparo de los sindicatos, ya que en el célebre Mayo del 68 se protestó contra los poderes establecidos incluidos los sindicatos -que se acabaron adhiriendo de forma poco entusiasta-.

Sin embargo, hay que destacar que aunque los datos de filiación sindical en España son bajos -15,8% en 2007, uno de los más bajos de Europa-, el de Francia es aún menor. Los sindicatos además reciben menos dinero del Estado. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que los sindicatos hayan logrado movilizar a gran parte de la población, aprovechando el malestar general.

Los sindicatos españoles, en cambio, no supieron aprovechar el descontento por las reformas y la caída de popularidad del presidente para Zapatero en su convocatoria para el 29-S. Es evidente que los sindicatos se movilizan con más agilidad contra gobiernos de derechas (como el galo) que de con los de izquierdas: por ello aquí las principales centrales españolas evitaron centrar la huelga en la figura del presidente. Ese mismo concepto, pero en el contexto contrario, es el caso francés, que cuentan en estas movilizaciones con el apoyo del partido socialista, en la oposición.

No hay que olvidar tampoco la pasividad de los sindicatos durante los primeros años de crisis, cuando se llegó al 20% de paro y los sindicatos no se movilizaron.

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