"Seguiré mientras el cuerpo aguante y no me echen, claro", respondía José Antonio Labordeta a un lector de 20minutos.es. Fue en el 17 de junio de este año, en una de las últimas entrevistas que el polifacético aragonés concedió a un medio de comunicación antes de su fallecimiento.

En la charla digital con los lectores de este diario, Labordeta recurrió al humor para decir que de salud se encontraba "regular, gracias a Dios" y reconocer que cogió unos kilitos de más durante el rodaje de la popular serie Un país en la mochila: "La gente cree que se andaba bastante, pero era sólo para la cámara, lo fundamental que se hacía era comer".

Durante aquel encuentro, el autor de El Canto a la Libertad se reafirmó en su idea de la política ("uno no se hace político por el sueldo, sino por ideales") y alentó a la juventud a tener "esperanzas y luchar" pese a que, pensaba, su futuro se presenta "bastante dramático".

Ese día, un Labordeta cercano y franco, tal y como este domingo le recuerdan unánimemente los obituarios, detalló aquello que le inspiraba sus mejores canciones y recordó las muestras de apoyo recibidas tras su más reproducida admonición en el Congreso.

Labordeta se despidió con un rural "pues nada, hay que echar ánimos" y el deseo de que España ganara a Honduras en el Mundial de Sudáfrica. Por la "depre", más que nada.