Doney lleva seis meses viviendo en una grúa a 40 metros del suelo en Madrid

  • Protesta para que una constructora pague 140.000 € a su empresa.
  • Su jefe le lleva la comida todos los días.
  • "He llegado a pasar la noche a diez grados bajo cero".
Doney Ramírez indica al periodista su teléfono móvil gesticulando.
Doney Ramírez indica al periodista su teléfono móvil gesticulando.
JORGE PARÍS
Doney Ramírez indica al periodista su teléfono móvil gesticulando.

Se llama Doney Ramírez, tiene 36 años y hoy hace seis meses que no ve a su familia a menos de 40 metros de distancia. Esa es la altura que le separa del suelo. Vive apostado en una grúa en la plaza Padre Vallet de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Además, desde hace cinco meses dos vigilantes de seguridad revisan todo lo que le suben por una cuerda. Le han censurado los libros, las pilas, la prensa y todo lo que no sea comida y bebida.

Doney reclama a la constructora Ploder Uicesa que pague la deuda de 140.000 euros que tiene con la empresa para la que él trabaja, Jigar S.A.; que se encargó de realizar un parking en el centro de Pozuelo para ellos.

El problema es que esta constructora se declaró en suspensión de pagos, aunque, según explicó Doney a 20 minutos, continúa trabajando en la obra.

El tercero en la grúa

Este colombiano es la tercera persona que habita en la grúa. El pasado uno de febrero se subió David, un español que a los 18 días desistió de la protesta porque su esposa iba a dar a luz.

Lo reemplazó Sandy, un dominicano que sucumbió a las peticiones de su familia para que volviera a casa. En ese momento, llegó Doney, compañero de ambos que consiguió burlar la seguridad que custodiaba la grúa y subió a reemplazarlo.

Ahora el asunto es más complicado. La constructora ha instalado unas vallas para que nadie tenga acceso a la grúa y han colocado una plataforma de 20 metros de altura para que nadie pueda ni subir ni bajar sin pedir ayuda mecánica. Esto impide que otra persona pueda sustituir a Doney.

Una dura prueba

En estos seis meses Doney ha tenido que superar grandes cambios de temperatura. "He llegado a pasar la noche a diez grados bajo cero, aunque lo peor han sido los más de 40 grados de algunos días de este verano. Nunca lo he pasado tan mal", cuenta este hombre que llegó a España hace diez años.

Su familia, sus compañeros y su jefe –que le acerca todos los días la comida y la merienda– no lo han abandonado, pero lo peor lo esta pasando sólo.

"Creo que esto es mucho más duro que la cárcel, porque no puedes contarle nada a nadie", explica mientras recuerda que el alcalde de Pozuelo tiene el despacho mirando a la grúa y que no se ha dignado a mediar en el conflicto. Lo peor de todo es que si Doney fracasa, su jefe se verá obligado a despedir a muchos de sus compañeros.

La solución puede llegar en octubre

Se espera que a mediados de octubre terminen las obras en la plaza de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Entonces llegará el momento de quitar la grúa y se definirá qué va a pasar con este colombiano, que sueña con volver a abrazar a su familia y tener una vida normal como antes del tres de marzo (fecha en la que se subió para protestar).

"La grúa ya la tenían que haber quitado, pero como estoy yo no han podido", explica Doney.

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