Una de las chicas de 'El Padrino' trabajaba embarazada de 3 meses y de gemelos

El pánico cortó el aire en el momento en que la Policía irrumpió en el inmueble de la calle Ramón y Cajal y jóvenes aterradas asomaron desde los infectos cubículos en los que esperaban a sus clientes. El registro formaba parte de la operación Afrodita.

La investigación policial que la semana pasada desmanteló una red de prostitución en Madrid que controlaba el 50% de los anuncios de contactos en prensa. Los agentes explicaron a las chicas su condición de víctimas. Pero dos frases de ánimo fueron insuficientes para tranquilizar a unas jóvenes licenciadas en el arte de la desconfianza.

Ninguna de las 34 mujeres residentes ilegales detenidas durante la operación se ha acogido todavía a la posibilidad de obtener el permiso de residencia que ofrece la Ley de Extranjería a las víctimas que denuncian a sus proxenetas. Es una actitud lógica. Fuentes policiales explican que la primera reacción es evitar victimizarse y protegerse de una posible agresión o persecución. Sólo cuando obtienen información fiable de la detención de los líderes de las mafias colaboran con la Policía.

El síndrome de Estocolmo es otro obstáculo. Las víctimas suelen desarrollar una relación de complicidad y sumisión con sus proxenetas pese a las lamentables condiciones de vida a las que son sometidas que dificulta la investigación policial.

Prostituta y embarazada

Andrea –nombre ficticio– trabajaba desde hacía años para K. S., el presunto líder de la organización delictiva —conocido como 'El Padrino'— detenido durante la operación Afrodita. Hace tiempo decidió regresar con el padrino de la prostitución después de años alejada del imperio de K. Es consciente de las repugnantes condiciones de vida. Ella también sobrevivía en los insalubres backstage de los dormitorios del vicio.

Estaba obligada a permanecer las 24 horas del día en el centro de prostitución que le fuese asignado bajo una estricta supervisión. Debía disfrazarse con lencería fina y falsa para aparentar lujo y lujuria. Y cada servicio le reportaba 180 euros. Aunque debía entregar el 50% de los servicios a los responsables del burdel. Sin embargo, se sentía segura. Protegida. Y libre. "La calle es más cruel".

Andrea seguía ejerciendo la prostitución pese a estar embarazada de gemelos desde hace tres meses. Andrea, además, tiene otro hijo al que cuidar.

Anuncios en prensa

Los clasificados que la red desarticulada tenía contratados en prensa han seguido apareciendo durante el fin de semana. Sin embargo, nadie respondía al otro lado del hilo telefónico. Las páginas web gestionadas por la organización han corrido la misma suerte.

La dirección on line www.romance95.com todavía mostraba este lunes tres imponentes traseros recubiertos de espuma blanca, aceite y fondo negro. Y un teléfono de elegante tipografía en el lateral derecho que sólo daba línea...

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