"Okupamos por necesidad, no por gusto. No somos okupas rastreros que destrozan pisos"

    • Una madre y tres hijos son los 'okupas' del piso de la calle Sant Climent.
    • Dicen que no tienen trabajo y viven de una pensión de 570 euros.
    • Calculan que se quedarán en la vivienda entre tres meses y un año.

    Subir las escaleras estrechas y decrépitas de este edificio de la calle Sant Climent en el barrio barcelonés del Raval te hace lamentar no tener a mano un spray de defensa. A medida que uno asciende, el olor a humedad aumenta y las paredes desconchadas se llenan de graffitis. Tras ver un atraco a turistas en la cercana Sant Antoni Abat, cualquier ruido parece sospechoso. Un minuto después de tocar el timbre del segundo, se abre la puerta, pero detrás no hay rastas ni crestas, sino tres mujeres y un bebé.

    Son las okupas que se han instalado en el piso que María José Cuenca tenía en venta y para el que ya había encontrado un comprador seguro. La familia que lo habita ahora de modo ilegal está formada por María de los Ángeles (46 años), sus hijas Isabel (30) y Tamara (18) y su nieta Yamalay (2). Aunque dicen que el bebé no vive allí, pero sí otro hermano llamado Jonathan (24) que ha salido en busca de trabajo.

    "Estamos aquí por necesidad, no por gusto. No somos okupas rastreros que destrozan pisos. La casa ya estaba muy mal cuando llegamos. Tiene chinches, cucarachas y paredes rotas. Nosotras la hemos limpiado", asegura Tamara a 20minutos.es, respondiendo así a la propietaria, que denunció que estaban "destrozando por completo" su inmueble.

    Esta familia barcelonesa se había ido a vivir a El Vendrell (Tarragona) porque allí los pisos son más baratos. "Hace un año murió mi marido, que tenía una pensión de invalidez. Ahora el contrato se acababa y no teníamos dinero, sólo el de mi pensión de viudedad, de 570 euros mensuales, para mantener a todos porque no tenemos trabajo. ¿A dónde quiere que vayamos, debajo de un puente?", se lamenta María de los Ángeles, que insiste en que está enferma de obesidad mórbida y diabetes y que ha sufrido dos pequeños ictus.

    Las mujeres coinciden en que la idea de okupar fue de todos, aunque nunca lo habían hecho antes. "Conocemos a gente de esta zona y sabían que el piso estaba desocupado. Además, ya se veía porque el balcón estaba vacío. La puerta estaba abierta y cambiamos la cerradura", explica Tamara.

    Aunque comprenden el enfado de la propietaria, aseguran que ellos están "en una situación mucho peor porque ni siquiera tenían un techo". Por ello, calculan que okuparán esta vivienda "como mínimo tres o cuatro meses, hasta el verano, o como mucho hasta que encontremos un trabajo y ahorremos para la fianza de un piso de alquiler. Esperemos que no llegue al año. Malas personas no somos", dice Isabel, que teme que los detengan o le quiten la custodia de sus hijos, Yamalay y otro niño de 11 años, que, según ella, viven con una hermana en Sant Feliu.

    Isabel tiene miedo a que se repita la historia. Ya que ella y sus seis hermanos han vivido en centros de menores, como explica su madre: "Pedí ayuda a los servicios sociales porque mi marido no tenía trabajo. Y poco despues llegaron varias patrullas de los Mossos d'Esquadra y se llevaron a todos mis hijos", recuerda.

    "Mi única esperanza es que alguno de mis hijos encuentre trabajo o que nos den un piso de protección oficial porque no me gusta estar aquí, en estas circunstancias", dice la matriarca de esta familia, que ya ha tenido tiempo para colgar fotos suyas en las paredes y una bufanda del Barça, en los barrotes del balcón.

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