Es un día frío y Luis Royo se deja calentar por el sol de Madrid en un lugar tranquilo junto al pabellón donde tiene lugar Expocómic 2009. Acaba de terminar una sesión de firmas y aprovecha el descanso para recibirnos. Es bajito, muy cordial –hay quien dice que también un poco golfo– y maño a mucha honra. Y al igual que sus paisanos Goya y Buñuel, le fue concedido el don de la genialidad en un envoltorio un tanto perturbador.
Es el suyo un arte inusual: el de envolver al sexo femenino con el éter de los sueños. Maestro de la ilustración fantástica, el erotismo de sus imágenes –exentas de tapujos– y su afición por provocar le han hecho merecedor de un éxito que ha traspasado fronteras y formatos: portadas de libros para editoriales internacionales, carátulas para videojuegos y grupos de heavy metal, calendarios, pósteres y cartas del tarot, estatuillas y tacos de billar. Hasta la piel ha servido como soporte para su arte, inspirando a tatuadores de todo el mundo.
La línea colorista y heróica de su primera etapa ha dejado paso a un gótico tenebroso, profuso en ángeles apocalípticos, que le ha convertido en autor de culto para los góticos. "Me gusta provocar un poquito con el tema religioso", admite. "Pinto con bastante libertad y hay dibujos que se quedan en el cajón, claro, aunque no siempre, porque son demasiado fuertes". A este respecto, confiesa que ha tenido algunos "encuentros breves con la censura", pero "menos de los esperados".
En el límite de lo moral
En los últimos estertores del franquismo y el comienzo de una democracia en la que "todo estaba muy verde", fue condenado a cuatro meses de prisión por escarnio a la religión católica a causa de un fanzine que también sufrió el secuestro de las autoridades.
Paradógicamente, asegura, "el mercado norteamericano está deseoso de cosas fuertes, pero luego son muy puritanos. Para una portada he tenido que tapar unos pechos, o he tenido problemas con la sangre por estas moralinas que son un poco artificiales".
La bella y el monstruo
También han resultado un tanto polémicos sus dúos de monstruos y bellezas; una temática que le obsesiona. "Juntar en una imagen la delicadeza con lo áspero, lo duro, es un juego que me llama desde siempre. Es un contrasentido en el que lo femenino es lo que reina y tiene la fuerza. Y la debilidad está en lo monstruoso". No niega que fantasea con sus dibujos, a veces de una forma "un poco excesiva".
A pesar de todo, tiene los pies sobre la tierra. Le pesa el menosprecio del arte hacia el género del cómic y la ilustración, considerado aún underground. "Me parece injusto que en España haya cuarenta y tantos museos de arte contemporáneo y ni uno solo de cómic o de ilustración, cuando hay autores tan reconocidos internacionalmente". Ciertamente, razón no le falta.
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