La Iglesia Católica ha pedido disculpas por setenta años de abusos sexuales a menores cometidos en colegios y centros católicos irlandeses. El primado de la Iglesia Católica irlandesa, el cardenal Sean Brady, pidió disculpas y dijo sentirse "avergonzado" por los miles de casos de abusos sexuales, físicos y psíquicos cometidos por religiosos en instituciones estatales.

Este dramático tema, el de los abusos sexuales a menores, ha sido retratado en numerosas ocasiones y con toda la crudeza por el cine, que ha hecho de plataforma de denuncia para estos actos aberrantes.

Una de las películas que más se ciñen al caso irlandés es la película de Peter Mullan Las hermanas de la Magdalena (2002) que ya retrató las humillaciones que sufrieron las muchachas acogidas en los conventos de las hermanas de la Misericordia en Irlanda, a las que se les hacía trabajar en condiciones vejatorias y a quienes se sometía a castigos inhumanos e injustificados.

También en Irlanda se enmarcaba Los niños de San Judas (2004) que contaba la historia de un profesor que es destinado a un reformatorio en el que encontrará abusos verbales y físicos a los niños que lo habitan, situación que intenta remediar con la oposición de un cura sádico y malvado.

Ya en España, Pedro Almodóvar creó en 2004 La mala educación, la historia de un cineasta que recibe la visita de un antiguo compañero de colegio, que le propone rodar una película con los hechos que ambos sufrieron en el colegio de su juventud, donde un sacerdote abusaba de ellos.

En La Duda, Meryl Streep da vida a una estricta docente que carga contra un sacerdote progresista, al que acusa de prestar demasiada y malsana atención a uno de sus alumnos.

Los colegios católicos y la Iglesia no son el único marco que los cineastas han usado para reflejar la indefensión de los más jóvenes. En Los hijos de la calle (sleepers) interpretada entre otros por Brad Pitt, Dustin Hoffman, Robert De Niro y Kevin Bacon, era un reformatorio donde unos jóvenes sufrían abusos y humillaciones por parte de uno de los guardas.

Clint Eastwood también puso a la ley en la picota con Mystic River, un film que comienza con dos agentes de policía que dicen acompañar a un muchacho a su casa por escribir su nombre en el cemento fresco y que acaban secuestrándolo y abusando de él. Lamentablemente, en este caso, la realidad sigue superando a la ficción.