Las trágicas desapariciones de Buddy Holly, "The Big Bopper" Richardson y Ritchie Valens en un accidente de avión (1959) y el tristísimo fallecimiento de Eddie Cochran, producido después de que su coche se estrellara contra una farola (1960), dejaron herida de muerte a la escena rockabilly.
Este incendiario y profundamente vitalista estilo musical marcó la década de los 50's. Los tupés, las patillas, los peinados imposibles y los zapatos de ante se fundieron a la perfección con irresistibles hits de Elvis, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison, Ricky Nelson y compañía y grabaron a fuego esos años, marcados por una adorable ingenuidad y un indiscutible encanto.
Pero esas tragedias, unida a la pérdida de garra que comenzó a sufrir Elvis en los 60's y que se consumó con su prematuro adiós en los 70's, sumió a esta escena genuinamente americana en la penumbra, y poco a poco perdió interés por parte de los medios y del público.
Pero a finales de los 70's, y después de unos años con pocas noticas ofrecidas por este género, tres colosos del rock and roll irrumpieron en escena, y todos esos mitos de los 50's, que parecían historia, resurgieron de sus cenizas. Brian Setzer, Slim Jim Phantom y Lee Rocker volvieron a poner de moda ese maravilloso sonido y esa inmortal estética. Los Stray Cats habían nacido.
Un álbum homónimo, Gonna Ball y Rant N' Rave With The Stray Cats, todos grabados entre 1981-1983, provocaron la histeria colectiva.
Emisoras de medio mundo
Trallazos como Runaway Boys o Rock This Town sonaban de sol a sol en las emisoras de medio mundo, miles de jóvenes recuperaron la añeja imagen cincuentera de Elvis, Brando o James Dean, algo que parecía enterrado para siempre, y una legión de adolescentes poblaron sus carpetas con las imágenes de este rompedor trío.
Además, versiones del propio Cochran, tales como las soberbias Jeannie, Jeannie, Jeannie o Summertime Blues, amenizaron sus discos, y así muchos fans entraron en contacto con esos himnos creados casi treinta años atrás y tuvieron la oportunidad de regodearse con esa nostálgica era.
Pero, entrados los 90's, y tras una serie de discos discretos, el efecto Stray Cats pareció remitir y Setzer y sus dos compañeros decidieron poner fin a la aventura. Ambos se embarcaron en proyectos en solitario, con alguna reunión ocasional para celebrar conciertos.
Pues bien, este año, el 2008, ha sido elegido para poner el definitivo punto y final a Stray Cats, en la llamada Farewell Tour.
La banda americana, para deleite de sus fans españoles, ha incluido a España en su agenda, y hoy le toca el turno a Madrid, por cortesía de la promotora Riff Producciones.
La actuación será en La Riviera (20.00), y teniendo en cuenta el apabullante nivel que suelen exhibir los Stray Cats sobre un escenario, a buen seguro que la audiencia se marche a casa sumida en la impotencia por no poder volverles nunca más, justo en el momento en el que la mediocridad generalizada que reina en las listas de éxitos más pide a gritos un grupo tan genuino y deslumbrante como éste.
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