Hija de cantantes, Corita Viamonte lleva desde los tres años subida a los escenarios.
¿Qué rincón de la ciudad le resulta especial?
La calle donde nací, la calle de Contamina, es una zona muy emblemática. Allí también nació la Encuadernación Zahorí y el encargado del vestuario del Teatro Principal, Salvador Borrell, un artista de la aguja.
Y un edificio que le guste especialmente...
El Torreón de Fortea, en la plaza de San Felipe, y la plaza del Portillo son mis favoritos, aparte del Pilar.
¿Cómo surgió su inclinación por el espectáculo?
Siempre me he movido en ese ambiente. Mi madre era una cantante lírica reconocida en toda España y fue pianista del café cantante El Plata durante 15 años. Me escondía en los camerinos y observaba.
Se ha puesto grande y bonita, aunque recuerdo el Paseo de la Independencia con tranvías con cariño. La ciudad sigue siendo acogedora. No conozco a nadie que haya venido a vivir y se quiera marchar.
Estoy emocionadísima. He recibido el cariño de los más jóvenes. Cada día se quedaban fuera más de 400 personas porque no cabían.
Cantaban conmigo
En dos años me ha pasado lo que nunca. A raíz de mi último disco y de recibir la Medalla de la Ciudad el año pasado, puedo decir que soy profeta en mi tierra, algo muy difícil en Aragón.
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