Cuando las tragaperras te han robado la vigo

  • En Vigo hay más de 1.700 historiales de ludópatas
  • Actualmente, 78 personas siguen un tratamiento en la Asociación Gallega de Jugadores de Azar
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«Supe que tenía un problema cuando la máquina me dio un premio de 240 euros al echarle la primera moneda. Comencé a insultarla y a golpearla. Me gasté los 500 euros que llevaba encima y los 240 del premio». Así fue como Miguel se dio cuenta de que era ludópata. Sin embargo, son muchos los que viven para echar monedas a una máquina tragaperras y no se dan cuenta de que están enfermos.

En Vigo hay más de 1.700 historias de ludópatas y actualmente 78 personas están participando en un programa de rehabilitación puesto en marcha por la Asociación Gallega de Jugadores de Azar (Agaja). Quieren dejar el juego. Un juego que les ha arruinado la vida. Pero no es fácil.

El 40% de las personas que comienzan un tratamiento en esta asociación de ayuda no consigue finalizarlo. «El índice de abandono es muy alto porque muchos acuden presionados por sus familias y por el juzgado», explica Juan Lamas, presidente de Agaja, y por eso no son capaces de dejar el juego totalmente.

Los que sí consiguen finalizar el tratamiento, de entre 12 y 18 meses de duración, tienen un poco más fácil dejar el juego y, de hecho, el 60% de las personas que lo acaba no volverá a jugar en su vida.

12 personas

Agaja es un centro de tratamiento de conductas adictivas sin sustancias. Por eso, cada vez más se encuentran con personas enganchadas a las compras, al sexo, al teléfono móvil o a internet. En este momento tienen a unas 12 personas a tratamiento. En estos casos, el fin último del tratamiento que se realiza es el control de la situación y para eso se usa la reeducación.

Unos 600.000 euros

Un ludópata puede gastarse más de 600.000 euros tras toda una vida jugando a las máquinas. El sueldo del mes no le dura apenas nada, y vive a caballo entre la mentira y los engaños. «Se gastan todo lo que tengan, y más. 10 euros no les duran cinco minutos», explica Juan Lamas, presidente de Agaja. Aunque cualquiera puede sufrir ludopatía, «hay factores que incrementan las posibilidades, como pueden ser el carácter personal, las fantasías, la inmadurez o la poca tolerancia a los fracasos personales», comenta.

Miguel Daga. Ludópata rehabilitado.

«La máquina me dominaba»

Durante 25 años Miguel se podía gastar el sueldo del mes en tan sólo tres días. El suyo no era un salario escaso y como desde joven siempre manejó dinero las máquinas comenzaron a tragárselo cuando sólo tenía 12 años. «Siempre me gustó jugar y nunca pensé que tenía un problema.

Algunos me advirtieron de la enfermedad, pero yo decía que sabía controlarme», explica Miguel. Reconoce que mientras fue ludópata vivía en la mentira, robando a sus familiares y amigos. Hasta que la situación explotó. «Antes 50 euros no me duraban diez minutos. Ahora con ese dinero invito a cenar a un amigo y puedo pasar más de dos horas de entretenimiento», explica. «Pero cuando estás en el juego llega un momento en el que la máquina te domina, a mí me dominaba. No sé si eran las luces o su música, pero hacían que gastaras todo lo que tenías y más», comenta. «No escapo de mi pasado, pero ahora quiero vivir el presente. Ahora me doy cuenta de que soy feliz»

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