«¡Vaya sudada! ¿Sales del gimnasio?». «No, entro». Es el horno del polideportivo público de Atxuri. Fue inaugurado el 31 de octubre de 2007. La mitad de su superficie está ocupada por una piscina climatizada que hace de radiador de todo el edificio. Esta misma semana comienzan las obras para instalar un sistema de aire acondicionado en los gimnasios y las oficinas del centro deportivo.

Los usuarios agradecerán el frescor tras un invierno tórrido. Una lectora, que prefiere guardar el anonimato, cuenta que hace dos semanas dos mujeres se desmayaron en el gimnasio por el calor. También explica que una monitora de aeróbic se negó a dar clases por las malas condiciones ambientales.

«Ya nos dimos cuenta en invierno de que había que poner aire acondicionado. Pero los trámites son largos», explica Marga Bayo, coordinadora del polideportivo. Las obras cuestan unos 30.000 euros y se calcula que terminarán a mediados de junio.

Y no es el único caso de estreno accidentado. Si no, que se lo pregunten a Kiko, un joven de 31 años que anda con collarín tras sufrir una lesión cervical cuando jugaba a pala en uno de los seis frontones reformados del polideportivo público de Txurdinaga.

Corrió a por una pelota a la derecha del frontis, y con la inercia, cargó su cuerpo contra la valla. Sólo que la estructura estaba floja y se vino abajo. Cayó bruscamente y se lesionó. Piensa en denunciar al Ayuntamiento por daños.

Kiko Ostiz. Abonado a los polideportivos

«Me podía haber quedado ahí»

«En realidad tuve suerte. Y eso que me lesioné las cervicales y me tuvieron que poner un collarín para proteger el cuello. Pero soy consciente de que me podía haber quedado allí. Era una pelota difícil de pillar. Me lancé hacia el lateral, conseguí devolver la pelota hacia el frontis, pero me golpeé contra la nueva valla que acaban de colocar. Iba con fuerza y no aguantó mi peso. Se derrumbó y caí contra el suelo».

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