Tres días de sexo en vivo para observar, disfrutar y llevar a casa

  • El II Salón Erótico de Euskadi cerró ayer tras acoger a 8.000 asistentes en 3 días.
  • Disfrutaron de 200 'shows', juegos, porn-stars...
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Symba.
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«Te quiero mi vida». Ella se lo dice al oído. Los actores Adam Sáez y Julia de la Vega fornican en directo ante las miradas y flashes de vicio. Es un show duro. A mitad del espectáculo, la virilidad de él ha perdido rigor. El público se ha empezado a reír. «Te quiero mi vida», le susurra ella. El espectáculo debe continuar.

«Te quiero mi vida», insiste. Él recupera su solidez, y culmina el coito, la gala venérea. Es un salón erótico, un espacio porno. Y el porno es real, e imperativamente duro. El público aplaude. El placer ha ganado. Euskalsex cerró ayer su segunda edición. Recibió 8.000 asistentes en sus tres días en el Megapark de Barakaldo. Asistentes que inflan la autoestima de Julia de la Vega.

«En el show hay placer. Arriba te sientes atractiva», dice esta barcelonesa de 23 años. Interpreta a una colegiala a la que un policía reconviene autoritariamente, para el gozo del espectador. Ha habido 200 shows. Por las instalaciones paseaban porn-stars como Nacho Vidal. Un reclamo, sí, que no llegó a quitarse la ropa.

¡Quítate los calcetines!", grita el público a un voluntario
En el pabellón había tantos hombres como mujeres. Ellas miran, comentan en bajito, acaso toman nota. "Pero esos azotes tienen que doler", observa una chica. Ellos son distintos. En Euskalsex los chicos se pueden tomar un chupito con una actriz en tetas. O pueden subirse al espectáculo. Allí dos actrices les desnudan, les pegan con un cinto. El público se mofa.
«Quítate los calcetines», gritan al chaval.
Toda esa humillación se cobra en carne. Tras la vejación, el voluntario pasa a un reservado, y disfruta de un coito profesional visible por el público previo pago de 5 euros. Los órganos no suelen responder a tanta expectación, qué bochorno el de algunos.

Porque ya se ha dicho, el porno es imperativamente duro. Directores del cine X hicieron un
casting en el Euskalsex. Cuatro pasaron la prueba;
la promesa porno vasca.

Y la mirada del público no falla. Tan fiel, sólo mira a ese lupanar efímero. Instantes donde el placer manda y los cuerpos obedecen. «Te quiero mi vida». El porno, duro y real.

Descubrir nuevas cosas

Un matrimonio frunce el ceño. La mujer, que rondará los 50 años, examina los ingenios de un artilugio erótico, con todo tipo de movimientos, posiciones y tremores para la estimulación femenina. Comentan algo y se ríen, cómplices. Y ella deja el chisme en el mostrador.

Euskalsex está lleno de stands con juguetes eróticos, películas X o pastelería corporal. Materiales de piso de soltero o mesilla de noche de parejas. Goma, látex, líquido... todo es suave y secreto. «Buscamos algo nuevo», dicen unos novios veinteañeros, que no dan sus nombres. Otros llevan el placer grabado a casa. Los shows están llenos de móviles en rec.

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