Los aragoneses consumen cada vez un mayor número de antidepresivos y ya se venden más de 2.300 fármacos de este tipo cada día. Sólo el año pasado se dispensaron 840.000 envases con receta, lo que supone un 60% más que los 524.000 que se vendieron en el año 2000, según los datos que maneja el departamento de Salud.

Este tipo de medicamentos se utiliza para combatir las depresiones, mejoran el ánimo e incluso se utilizan para conciliar el sueño o luchar contra determinados dolores por lesiones del sistema nervioso. El estrés y la ansiedad que provoca el actual ritmo de vida son, junto a los conflictos y problemas personales y las mejoras logradas en los diagnósticos, las principales causas que explican este incremento.

«La gente asume cada vez mejor que la depresión es una enfermedad y, como tal, debe recibir tratamiento médico», explica el doctor Carlos Ruesca. «Hace diez años, los antidepresivos no estaban tan extendidos y la depresión no se veía como ahora», apostilla.

Aunque la depresión, que es la principal causa que lleva a tomar estos fármacos, afecta a todas las edades y estamentos sociales, es más frecuente en las mujeres de 30 a 50 años. Según explican los expertos, la manera de afrontar los problemas, mucho más emocional en la mujer, y su reciente incorporación al mnudo laboral (muchas veces combinado con el familiar) influyen de manera determinante en los estados de ansiedad y tristeza.

Mucho más en la ciudad

La depresión, la tristeza, el cansancio crónico y los estados bajos de ánimo son más frecuentes en los ambientes urbanos, donde la vida es más unipersonal, que en el medio rural, donde la persona tiene más tiempo para dedicarse a sí misma.

El aumento en la venta de antidepresivos está también relacionado con la escasa atención y asistencia en materia de salud mental que ofrece la seguridad social. En la mayoría de los casos se recurre en exceso al tratamiento farmacológico y suele dejar de lado la atención psicológica y de terapia.

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