Kim Jong-un desafía la paciencia de China, su último aliado estratégico en Asia

El presidente Xi Jinping interviene en la cumbre de los BRICS celebrada en la provincia china de Fujian.
El presidente Xi Jinping interviene en la cumbre de los BRICS celebrada en la provincia china de Fujian.
Fred Dufour / EFE
El presidente Xi Jinping interviene en la cumbre de los BRICS celebrada en la provincia china de Fujian.

La soledad de Corea del Norte aumenta después de que China, su principal aliado, apoyase este lunes la condena de las potencias emergentes (el grupo de los BRICS, formado por Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y el propio gobierno de Pekín) a la última prueba nuclear de Pyongyang, la mayor hasta la fecha con una potencia de entre 50 y 70 kilotones, según los últimos cálculos de Corea del Sur y Japón.

La resolución, aprobada por unanimidad, rechazó cualquier respuesta "unilateral" como las que amenaza con desplegar EEUU; al contrario, exigió una salida dialogada, pero demostró que China se ha cansado de tolerar a un vecino empeñado en desestabilizar la región. El problema, sin embargo, es que la influencia que Xi Jinping puede ejercer sobre Kim Jong-un es limitada y no exenta de riesgos.

"Corea va a lo suyo. Desde la hambruna y la crisis económica de los años 90, los únicos objetivos del régimen han sido garantizar su seguridad, advirtiendo que a ellos no se les puede pisar como a Sadam Husein en Irak o Muamar el Gadafi en Libia, y volver a la mesa de negociación no para deshacerse de su programa atómico, pero sí con la oferta de congelarlo a cambio de energía y alimentos", detalla el profesor de Relaciones Internacionales y experto en el espacio asiático de la Universidad de Comillas ICAI-ICADE Javier Gil Pérez.

Pekín respaldó la restricción de las exportaciones norcoreanas (carbón, hierro, plomo y productos pesqueros por valor de 1.000 millones de dólares anuales) en la séptima ronda de sanciones que el Consejo de Seguridad de la ONU sacó adelante por unanimidad en agosto. Eso no significa que China pueda cortar sin más el cordón umbilical que le une a una nación con un PIB per cápita seis veces menor que el suyo y en el que el Programa Mundial de Alimentos presta asistencia desde 1995 por la inseguridad alimentaria del 70% de la población.

"Sin la ayuda energética china –un bloqueo sobre el suministro de petróleo, por ejemplo– su industria quedaría paralizada. Pekín no puede permitirse que una frontera con 25 millones de personas, armas nucleares y, probablemente, armas químicas y biológicas, se derrumbe. Además, existen lazos sentimentales: soldados chinos lucharon en la guerra intercoreana", insiste Gil Pérez.

El goteo de personas que abandonan el país juche ya existe, lo que ha motivado una denuncia de Human Rights Watch por el trato y las "deportaciones" ilegales que China estaría realizando de refugiados norcoreanos y una advertencia del relator especial de las Naciones Unidas al Ejecutivo de Xi Jinping.

La guerra nuclear, remota

Xi Jinping trasladó estos detalles a su homólogo estadounidense, Donald Trump, en abril. El magnate tuvo que admitir entonces que la solución "no es tan fácil". Eso no ha impedido que el jefe del Pentágono, James Mattis, amenazase ayer con una "gran respuesta militar" si Corea del Norte pone en peligro sus territorios o a sus aliados; ni que la embajadora de Trump ante la ONU, Nikki Haley, asegurase durante la celebración de una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que Kim Jong-un está "pidiendo una guerra", algo que EEUU "nunca quiere"; o que el Comando del Pacífico se haya declarado listo para actuar.

La posibilidad de un conflicto nuclear es todavía remota. "Durante estos días cada uno ha hecho lo que se preveía. EEUU y Corea del Sur han desarrollado ejercicios militares, Corea del Norte ha seguido lanzando misiles mientras escondía su sexta prueba nuclear y los demás han reiterado su condena. Pero detrás de esa fachada, los actores se han cuidado de no provocar respuestas demasiado dolorosas", analizó este lunes el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesús A. Núñez Villaverde, en un artículo para el Real Instituto Elcano.

El especialista advirtió de que, a pesar de la escalada verbal, EE UU ha reducido los efectivos en sus maniobras conjuntas, Pyongyang ha evitado probar sus misiles balísticos sobre la isla de Guam [exterritorio español, hoy sede de bases estadounidenses en el Pacífico] y Japón ni siquiera usó sus baterías contra los proyectiles norcoreanos. "Washington, que sabe que la opción militar no ofrece plenas garantías de éxito, parece resignarse a que Pekín –el único capacitado para emplear la presión económica y diplomática– termine por convencerse de que no le conviene seguir consintiendo a un vecino y aliado tan imprevisible", apuntó el especialista.

"Existe un cansancio estratégico. Las advertencias y las sanciones no han funcionado y Pyongyang sigue adelante, pero pensar en una guerra nuclear es una cosa muy seria. Todos quieren transformar Corea; la cuestión es hacia dónde y cómo modular esa transición para hacerla poco a poco", resume el profesor Javier Gil Pérez.

¿Más sanciones?

EE UU impulsó este lunes una discusión para que el Consejo de Seguridad aumente las sanciones a Corea del Norte la semana que viene. Corea del Sur, Reino Unido, Alemania y Japón apoyaron la propuesta, pero Rusia y China adujeron que se debe rebajar la tensión.

Seúl respondió a la sexta prueba nuclear de Pyongyang con el despliegue de aviones F-15K y con el lanzamiento de misiles sobre el mar de Japón. El ejército surcoreano aseguró que sus proyectiles podrían alcanzar la base atómica norcoreana de Punggye Ri, donde el norte realiza sus pruebas y donde, supuestamente, habría detonado la bomba de hidrógeno, superior a la nuclear.

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