24 horas con un escolta

Adiestramiento. Un escolta, durante un curso de entrenamiento en una imagen de archivo.
Adiestramiento. Un escolta, durante un curso de entrenamiento en una imagen de archivo.
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Adiestramiento. Un escolta, durante un curso de entrenamiento en una imagen de archivo.

"Me he perdido muchas cosas. Por ejemplo: tener un hijo. He renunciado a una vida, lo sé. Pero yo he elegido este camino, esta profesión". Quien habla así de claro es David (nombre ficticio), 40 años. David es uno de los 1.900 escoltas privados que trabajan en el País Vasco protegiendo a políticos, periodistas, empresarios... una larga lista de nombres amenazados por la serpiente de ETA.

Es uno de los más veteranos. Lleva 22 años trabajando en la seguridad privada y siete como escolta en el País Vasco. Ha protegido a tenientes de alcalde, concejales, miembros de asociaciones de víctimas, altos cargos y ahora a un conocido periodista.

Esta profesión tiene un tasa de divorcios del 60%

David ha querido contar a 20 minutos cómo es el trabajo de un escolta que vive las 24 horas del día bajo la amenaza etarra. "¿Miedo? No, pero sí mucho respeto. El día que note en mí cierta relajación y me crea que lo tengo todo controlado, lo dejo".

Asegura que es un trabajo muy duro, sin horarios, y muchas veces sometido a los caprichos del cliente. Una jornada normal puede empezar a las 7.30 horas de la mañana. Hay que ir a casa del protegido, hacer una ronda antes de que salga para vigilar el exterior del domicilio e inspeccionar su coche.

Comer rápido y mal

Comienza entonces la jornada, "nadie nos quita las diez horas diarias", ajustándose a la agenda de Mario (nombre ficticio del protegido). Trabajo en la oficina hasta la hora de la comida. Él tiene una cita en un restaurante, y los dos escoltas (David trabaja con un compañero) comen cerca, tras la pertinente comprobación de seguridad, "mal y rápido".

Nadie nos quita las diez horas diarias

Sigue la tarde. Trabajo hasta las 20 horas y luego una cena oficial. Después hay que dejar a Mario en casa. La jornada ha acabado hoy a la 1.30 de la madrugada. No es broma.

"Y todo por 2.600 1 al mes. La media de días trabajados es de 28 mensuales. Si el Gobierno vasco paga por mí 7.000 1 al mes a mi empresa y yo sólo me llevo 2.600, ¿dónde va el resto?", se pregunta. Aún así, ha sido un día tranquilo. "Es un trabajo poco reconocido y de vez en cuando no viene mal una palmadita en la espalda. Gracias a nuestra labor hemos llegado a desmontar un seguimiento etarra a nuestro protegido y hemos abortado un atentado. Eso no se dice. Y luego, cuando tienes que cambiarte de piso porque te sientes amenazado en tu barrio, nadie te ayuda a buscarte otro alquiler".

Muchos divorcios

Habla con pasión de su trabajo, pero también deja entrever algo de tristeza en sus palabras. "Es difícil tener pareja en nuestra situación. El miedo no es fácil de asimilar para todos, y compartir nuestra vida es muy difícil. Esta profesión tiene un tasa de divorcios del 60%", asegura.

Es mejor no establecer ningún tipo de amistad con el protegido

Y ya ni siquiera hablamos de hobbies. "Mis vecinos creen que soy profesor, y te lo piensas antes de ir al cine por temor a que te puedan reconocer. No tengo tiempo ni de ir a ver al Real Valladolid, el equipo del que soy socio".

Su dilatada experiencia le permite dar algún tipo de consejo a otros compañeros. "Es mejor no establecer ningún tipo de amistad con el protegido. Lo mejor es una relación fluida y correcta, pero es mejor no hacerte compadre de nadie. Eso distrae tu capacidad para protegerle. Yo siempre les llamo de usted desde el primer día hasta el último".

En cuanto al futuro, prefiere ser optimista. "¡Yo lo que quiero es quedarme sin trabajo!", exclama. "Pero ETA va a volver a atentar, lo sabemos. ¿Con muertos? No lo sé, eso depende de cómo se levante ese día el etarra Dienteputo o Josu Ternera, un hombre con muy malas ideas".

Quieren llevar su arma todo el día

Luis Mariscal, coordinador de los escoltas del País Vasco y Navarra (3.000 miembros), es optimista tras el compromiso del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de encontrar una "fórmula muy pronto" para que estos profesionales puedan llevar su arma cuando salgan del trabajo, y mejorar así sus medidas de protección.

"Esperamos que haya verdadera voluntad política en este tema. No entendemos cómo un concejal que ya está protegido sí puede llevar una pistola 24 horas y nosotros, que estamos preparados, no".

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