La Torre Grenfell, situada en una zona próxima a Notting Hill, ha sido el escenario de la tragedia este martes. Durante horas, la desesperación se adueñó de ese bloque de viviendas de protección oficial, en el que vivían unas 500 personas, esperando a ser desalojadas. Un incidente que, por el momento, se ha saldado con al menos seis fallecidos y más setenta heridos, una veintena de ellos en estado crítico. 

En la décima planta de ese edificio, una mujer, de acuerdo al testimonio de la vecina Samira Lamrani, hacía gestos a los ciudadanos que se encontraban en la calle. No estaba sola. En sus brazos sostenía a un bebé. Y el mensaje, según el testimonio que esta mujer ha prestado a la BBC, era fácil de interpretar incluso a tantos metros de distancia: quería lanzar al pequeño por la ventana y confiar en que alguien llegaría a tiempo para agarrarlo y salvarle la vida. Y así fue.

"La gente aparecía en las ventanas, golpeándolas frenéticamente y gritando", cuenta esta Lamrani a The Associated Press. "Las ventanas estaban entre abiertas. Una mujer estaba haciendo gestos como que iba a tirar a su bebé y si alguien podría atraparlo. Alguien lo hizo. Un caballero corrió hacia adelante y logró agarrarlo".

La gente que se agolpaba en las inmediaciones del edificio trataba de tranquilizar a los que estaban atrapados en el interior. "Les decíamos que hacemos lo que podemos, que hemos llamado al 999, pero obviamente la mirada de su cara reflejaba la muerte".  En ese bloque había un número "indeterminado de personas", incluidos niños. "Les escuchábamos gritando por sus vidas".