El atracador que mató al joyero de Móstoles «no se inmutó» al disparar

La dependienta que trabajaba en la joyería de Móstoles cuyo dueño, Antonio Sánchez, fue asesinado, el 9 de junio de 2005, declaró ayer durante el juicio que le impactó «la frialdad y esa dureza de rostro» de quien disparó a su jefe. «No se inmutó», dijo.

La mujer pudo ver los ojos del atracador que llevaba  la escopeta recortada con la que disparó al joyero, que murió en el acto. La joven explicó que el día de los hechos se encontraban en la joyería su jefe, el hijo de éste y una clienta. Al poco se vio «encañonada con una pistola», tras lo cual entraron en la tienda el procesado, Roberto Castro, Freddy, y otro acusado huido, José Luis Arana, Ítalo, quienes sacaron de unas bolsas de deporte las armas con las que les amenazaron «en todo momento».

Por último, añadió que su jefe sólo decía: «Os están grabando, no os va a dar tiempo a llevaros nada». Poco después oyó un disparo y notó que el joyero caía al suelo porque le rozó la espalda.

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