Cinco siglos de moda basada en la vulgaridad y el mal gusto

  • Una exposición en el Barbican de Londres aspira definir qué es lo que convierte a una prenda en vulgar y por qué es un término tan sensible y controvertido.
  • Con vestuario y complementos desde el Renacimiento al siglo XXI, 'Lo vulgar: la moda redefinida' muestra los 'placeres posibles' del mal gusto.
  • La extravagancia, la ostentación y el exhibicionismo son mostrados mediante piezas históricas y actuales de más de medio centenar de diseñadores.
Traje 'elefante' de Van Beirendonck y sombrero gigante de Stephen Jones
Traje 'elefante' de Van Beirendonck y sombrero gigante de Stephen Jones
© Ronald Stoops
Traje 'elefante' de Van Beirendonck y sombrero gigante de Stephen Jones

"La vulgaridad muestra el escándalo del buen gusto", dice el psicoanalista y escritor Adam Phillips, una personalidad mediática de gran calado en el Reino Unido por su actualización de las tesis freudianas a la vida contemporánea. Ahora debuta como curator asociado en una sugerente exposición basada en una idea tan sensible y controvertida como el mal gusto en la forma de vestir.

The Vulgar: Fashion Redefined (Lo vulgar: la moda redefinida), una iniciativa que acaba de ser inaugurada en el Barbican de Londres —estará en cartel hasta el 5 de febrero y luego viajará al Winterpalais de Viena (del 24 de febrero al 25 de junio)—, muestra ropa y accesorios de los últimos 500 años, desde el Renacimiento hasta hoy, que han jugado con las concepciones preconcebidas del buen gusto, rompiéndolas "para crear nuevas expresiones de estilo", a menudo basadas en "la celebración, el cortejo o la explotación de la llamada vulgaridad y sus placeres posibles", dicen los organizadores.

Esnifando diamantes

Desde las altísimas y estrafalarias botas de denim diseñadas por Rihanna y Manolo Blahniklocas no sólo porque llegan desde el pie a la cintura, sino también por el precio: 4.000 dólares—, que presiden la sala Common (Común) de la muestra, hasta la foto de David LaChapelle Adicta a los diamantes, donde la modelo Amanda Lepore esnifa rayas de piedras preciosas colocadas sobre un espejo, la intención de los coordinadores no ha sido el menosprecio o la crítica frontal al exceso, sino también mostrar como la ironía ha tomado las pasarelas en múltiples formas.

"Común no es un término peyorativo, sólo significa que se trata de algo acostumbrado", explica la segunda curator, Judith Clark, que sí admite que la intención de la muestra es "provocar" a los visitantes."El concepto de vulgaridad siempre tiene que ver con la defensa de las fronteras de clase, por eso exponemos también una colección de  libros de etiqueta que "toman la idea de lo que es vulgar y lo que no lo es y la llevan a niveles ridículos".

'Potente y sorprendente'

¿Es nueva la idea de hacer uso del mal gusto como gancho? En la exposición sostienen que no, porque el concepto ha sido "potente, sorprendente" y evocador desde hace siglos. Una mantua del siglo XVIII con una sobrefalda de 2,5 metros de diámetro está tan empapada de vulgaridad como un diseño actual de la colección de Las chicas de Van Gogh de Viktor & Rolf, con tocados tejidos con largos tallos de trigo seco.

La primera exposición que considera un territorio difícil En este sentido, la muestra es "la primera exposición que considera este territorio inherentemente difícil" del gusto, una noción subjetiva, "sensible y controvertida", y basada en idearios personales, influencias sociales o momentos económicos y políticos. La muestra invita a los visitantes a "pensar de nuevo y con exactitud" qué es la vulgaridad en la moda y dónde está el límite entre la cordura y el exceso.

Colecciones históricas y diseños actuales

Con figurines de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, en The Vulgar: Fashion Redefined hay, además de piezas históricas, diseños de medio centenar de grandes figuras de la moda de hoy. Entre ellos están Walter Van Beirendonck, Manolo Blahnik, Christian Dior, Iris van Herpen, Pam Hogg, Marc Jacobs Louis Vuitton, Stephen Jones, Christian Lacroix, Karl Lagerfeld para Chloé y Chanel, Alexander McQueen para Givenchy, Prada, Jeremy Scott para Moschino, Philip Treacy y Vivienne Westwood.

La vulgaridad cambia según la época y el contexto Presentando también ornamentaciones textiles, manuscritos, fotos y fragmentos de películas, la propuesta del Barbican enhebra lo histórico con la alta costura y el prêt-à-porter, buscando las claves que llevan a los diseñadores a conjurar lo vulgar para intentar convertirlo en pieza cultural y social de reclamo.

La responsable de Artes Visuales del Barbican, Jane Alison, resalta el montaje "audaz y brillante" que juega con las yuxtaposiciones de diferentes estilos, épocas y perspectivas para que el público pueda "reflexionar, cuestionar o simplemente deleitarse" con el modo en que la idea de vulgaridad "cambia a través del tiempo, el contexto y la experiencia".

'Extravagancia, ostentación y exhibicionismo'

La exposición revisa la "perdurable fascinación de la moda con los excesos de la vulgaridad", casi siempre porque es tentador poder aplicarse a la difusión y el lucimiento de modelos donde primen "la extravagancia, la ostentación y el exhibicionismo".

Demasiado popular, sexualizado o 'kitsch' La moda de hoy, como producto de la popularización y el comercio, parece que "aparentemente siempre está basada en una mala imitación de un objeto superior" y se percibe el mal gusto como lo "demasiado popular, excesivo, sexualizado o kitsch", resumen los coordinadores en su tesis, señalando como ejemplo sumario la "amplificación de las zonas erógenas" en los modelos, por ejemplo, de Westwood y el diseño de apariencia vanguardista del belga Van Beirendonck.

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