Nuevas drogas: de cutre fabricación y adictas a un peligroso limbo legal

  • Se trata de las Nuevas Sustancias Psicoactivas: estupefacientes o psicofármacos que no están clasificados como drogas pero que plantean graves problemas.
  • Un productor vende cada dosis en el mercado por unos 20 euros y pueden obtener una ganancia neta de 12 euros.
  • Pueden provocar mareos, vómitos, dolores de pecho, náuseas y taquicardias e incluso la muerte; no están aún en los listados internacionales de sustancias ilícitas.
  • Se distribuyen en pastillas o en sobres y se ofertan en internet o en tiendas Grow Shop; la persecución policial es complicada porque se envían por mensajería.
En una de las últimas operaciones, la Guardia Civil incautó 160.000 dosis.
En una de las últimas operaciones, la Guardia Civil incautó 160.000 dosis.
GUARDIA CIVIL
En una de las últimas operaciones, la Guardia Civil incautó 160.000 dosis.

Una batidora dónde hierbas, acetona y componentes químicos se mezclan al libre albedrío del "científico" y en condiciones insalubres basta para crear una nueva droga de síntesis, de fácil distribución gracias al limbo legal en el que se mueve hasta que es detectada e ilegalizada.

Investigadores de la Unidad Técnica de Policía Judicial (UTPJ) de la Guardia Civil definen como "la imaginación al poder" así gráficamente la capacidad sin límites de creación de las denominadas Nuevas Sustancias Psicoactivas, las NPS, unos estupefacientes o psicofármacos que no están clasificados como drogas pero que plantean graves problemas de salud pública.

Es un negocio redondo para los productores, que por cada dosis, con un valor en el mercado de unos 20 euros, pueden obtener una ganancia neta de 12 euros.

Peligro para la seguridad pública

Una simple multiplicación da idea del beneficio que se hubiera obtenido con la salida al mercado de las 160.000 dosis que la Guardia Civil incautó recientemente en dos operaciones —Alimaya y Koroway— desarrolladas en Alicante y Almería con 52 detenidos: casi dos millones de euros.

Se trata del mayor golpe a las conocidas como drogas de síntesis, cuyo consumo, aún no alarmante en España, está creciendo gracias a su menor coste. Inferior, por ejemplo, al de la cocaína, que a 60 euros la dosis triplica el valor.

Drogas que pueden provocar graves problemas de salud e, incluso la muerte, como ocurrió con un joven en Vizcaya. O mareos, vómitos, dolores de pecho, náuseas y taquicardias, como los que sufrieron siete personas en la provincia de Cádiz tras consumir una especie de marihuana sintética.

Drogas sin legalizar, por el momento

No hay un número significativo de laboratorios de estas drogas en España. Alguno ha sido descubierto por la Guardia Civil, como el ubicado en Pedrezuela (Madrid) para "cocinar" pastillas de color verde en una batidora y en condiciones totalmente insalubres, tal y como pudieron constatar los agentes.

Al riesgo para la salud que supone el consumo de esas pastillas se añadía en este caso la total ausencia de higiene.

La 'flaca', la 'caníbal' o la 'superman' son algunos de los nombres más conocidos de estas sustancias. Pero hay cientos, situadas legalmente en un limbo que permite una distribución más libre, ya que desde que se detecta hasta que se fiscaliza y se introduce en los listados internacionales de drogas ilícitas pasa un tiempo bien aprovechado por los delincuentes.

Englobadas en dos grupos —los cannabinoides sintéticos, con efectos similares a la marihuana, y las catinonas sintéticas, sustitutivas de las anfetaminas, el MDMA o la cocaína—, lo cierto es que estas drogas se elaboran con sustancias químicas de diversa índole, como explican los agentes de la Unidad Técnica de Policía Judicial.

China e India, productores

China es el país donde se concentra más del 90% de la producción de esas sustancias, que son la base de la mezcla posterior y las que provocan el supuesto "bienestar" y "alucine" del consumidor. India es también productor, pero en una proporción menor.

El proceso no es complicado, resaltan los investigadores de la Guardia Civil. Los químicos son quienes crean una molécula sintética que simula el THC (el tetrahidrocannabinol, principal constituyente psicoactivo del cannabis) y a través de fórmulas químicas la van modificando e introduciendo nuevos radicales. Lo hacen en un juego de "al gato y al ratón", resaltan los agentes.

Cuando se detecta la sustancia y se incluye en las listas internacionales de fiscalización como drogas ilegales —la Convención única de 1961 sobre estupefacientes y el Convenio de 1971 de sustancias psicotrópicas—, los "químicos" ya han cambiado algún radical sobre la base de la primera y crean una nueva. Así, hasta decenas de variaciones desde la misma base.

Desde China —que tras la presión internacional introdujo en octubre del pasado año y de golpe 116 sustancias en las listas de fiscalización— salen paquetes de ese compuesto que es difícil de detectar con los 'narcotest', que en general están preparados para drogas más comunes.

Colores y nombres llamativos

Es en laboratorios de países como Polonia, República Checa, Bélgica u Holanda donde se fabrican estas NPS, que, según sus características, se distribuyen en pastillas o en sobres y se ofertan en internet o en muchas ocasiones en tiendas del tipo Grow Shop.

De colores y nombres llamativos, a veces con imágenes insinuantes, los sobrecitos a modo de infusión no recogen la composición de su contenido. Como mucho, y tras dejar claro que ofrece una sensación relajante, marca la edad de mayores de 18 años para consumirlo o recuerda su uso responsable.

Su persecución policial es algo complicada. Primero, porque ya en las propias aduanas no son detectadas fácilmente dada su composición, y después porque se venden por internet desde páginas con servidores en otros países y porque se distribuyen a través de mensajería.

Limbo alegal durante un año y medio

Una vez descubiertas y comprobado por la Agencia del Medicamento que son nocivas para la salud, se colocan en ese limbo alegal hasta su inclusión en las citadas listas. Un proceso que suele tardar año y medio.

Mientras tanto, sólo podrá imputarse a su distribuidor un delito contra la salud pública, penado con entre seis meses y cuatro años de cárcel. Una vez fiscalizadas, podría añadirse el delito de narcotráfico.

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