Solo se bailan sevillanas, si no vas de flamenca no te integras... y otros mitos de la Feria de Abril

Sí, es posible pasear por la Feria y tomarse una copa de rebujito, aunque no se tenga una caseta.
Sí, es posible pasear por la Feria y tomarse una copa de rebujito, aunque no se tenga una caseta.
PACO PUENTES
Sí, es posible pasear por la Feria y tomarse una copa de rebujito, aunque no se tenga una caseta.

La Feria de Abril es un evento muy conocido más allá de las fronteras imaginarias de la ciudad que acoge su celebración. Es motivo de reportajes y documentales de medios de comunicación nacionales e internacionales cada año, que acuden a conocer los entresijos de una fiesta que se reconoce en la flamenca, el abanico y el jinete con sombrero de ala ancha.

Sin embargo, ¿sabemos bien cómo es la Feria? ¿Es cierto todo lo que dicen de ella? En estas líneas ponemos en cuestión algunas de las informaciones que corren como reguero de pólvora sobre la fiesta, esos mitos que creemos veraces acerca de la semana de farolillos.

Sin caseta propia no eres nadie. Cierto es que el recinto ferial de Los Remedios cuenta con un gran número de casetas de carácter privado, cuestión que se repite de igual forma en otras conocidas ferias como la de Jerez de la Frontera, por ejemplo. No obstante, cabe recordar que de las 1.051 casetas del Real, solo 522 son familiares. El resto corresponden en su mayoría a entidades entre las que se encuentran partidos políticos, que no restringen la entrada, o las de los distritos, que también son de carácter público. Por lo que es posible pasear por la Feria y tomarse una copa de rebujito, aunque no se tenga una caseta.

Vestirse de flamenca sí o sí. Es el vestido regional y mayoritariamente las mujeres lo lucen durante los días que dura la celebración. No obstante, es posible integrarse en la fiesta, aunque no se vaya de flamenca. De hecho, cada vez son más las diseñadoras que apuestan por crear ropa de calle para este evento. Es mejor opción que comprar cuatro adornos en un bazar y colocárselos a modo de disfraz.

Solo se bailan sevillanas. En los últimos años, desde el Ayuntamiento se ha cuidado mucho que en las casetas suenen sevillanas la mayor parte del tiempo. En cualquier caso, tanto los grupos musicales que amenizan algunos ratos, como aquellas casetas que prolongan su vida hasta la madrugada se atreven con otros palos como las rumbas y música más actual, que gusta a la gente más joven y que permite que la fiesta se alargue.

La fiesta termina al apagar las luces. Las casetas tienen un horario de cierre más o menos homogéneo, que coincide con el apagado del alumbrado del recinto. Sin embargo, muchas de ellas hacen caso omiso de esta recomendación y continúan la fiesta bajo los toldos durante varias horas más. Los más valientes aguantan hasta que sale el sol.

El caldo todo lo cura. Es el remedio casero más extendido para recuperar el espíritu cuando los excesos pasan factura. Una buena taza de caldo con una hoja de yerbabuena para asentar el cuerpo. Pero que nadie se engañe: no hace milagros. Mantenerse hidratado, no acostarse recién llegado a casa, beber zumos y algún complejo vitamínico ayudan más.

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