Un niño de nueve años con autismo y su perro, inseparables incluso en la cama del hospital

James Isaac en el hospital de Wellington Hospital con su perro de asistencia Mahe, un labrador del que nunca se separa.
James Isaac en el hospital de Wellington Hospital con su perro de asistencia Mahe, un labrador del que nunca se separa.
LOUISE GOOSSENS, CCDHB/ SUPPLIED
James Isaac en el hospital de Wellington Hospital con su perro de asistencia Mahe, un labrador del que nunca se separa.

Mahe es un perro de asistencia de tres años que, tras un entrenamiento de seis meses, se convirtió en esencial en la vida de James Isaac, un niño neozelandés de nueve años con autismo.  Ambos se han hecho mundialmente famosos tras publicarse las fotos en las que puede verse al labrador acompañando a James en el hospital en un reportaje del medio neozelandés Stuff.

Niño y perro son inseparables desde hace más de dos años. "Mahe es su mejor amigo, lo es todo para él", explica su madre. El animal ha logrado que el pequeño esté más calmado, que su familia haya podido ampliar sus actividades, que las crisis de ansiedad se reduzcan y que las pruebas a las que tiene que someterse con regularidad transcurran pacíficamente siempre que Mahe esté a su lado.

Mahe también contribuye a la seguridad de James, que no habla, apenas tiene contacto visual y se relaciona muy poco con otras personas. Muchos niños con autismo tienen con frecuencia conductas de fuga, y resulta extremadamente peligroso para ellos, ya que no tienen conciencia del peligro ni saben cómo moverse con seguridad por la ciudad, volver a su casa o pedir ayuda. Los perros que los asisten están preparados para llevar a cabo lo que se conoce como 'anclaje': el niño va unido por un arnés al animal, que si detecta que el niño quiere salir corriendo se tumba en el suelo evitándolo.

Así explica la labor de estos animales Teo Mariscal, director de la Fundación Bocalán: "un perro de asistencia va unido al niño por un arnés y evita conductas de fuga, frecuentes y muy peligrosas con niños con autismo. También trabaja sobre las conductas de oposición: por ejemplo si se tiran al suelo el perro les chupa la cara y genera una incomodidad divertida que hace que se levante. Ayuda en seguridad vial, ya que se para a un metro de los bordillos. También mejora los patrones de sueño. El perro se acuesta al lado y le proporciona una presión que calma”.

Esta asociación también trabaja usos semejantes con niños con autismo. Han conseguido en varias ocasiones que gracias a la compañía de sus perros de asistencia, los niños puedan estar en el dentista colaborativos y tranquilos, con el animal tumbado a su lado.

En España, los perros guía de La Once que acompañan a invidentes tienen permitido el acceso prácticamente a todas partes; "el único sitio al que no pueden pasar es a un quirófano", confirman desde la institución.  Son por tanto los únicos perros pueden acceder a cualquier lugar. No es el caso de otros perros de asistencia que acompañan a personas con otro tipo de discapacidad, motórica o intelectual, que suelen depender de la buena voluntad de la persona con la que se topen y encuentran trabas con frecuencia.

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