Entre el 1 de enero y el 5 de noviembre de 2015 –último dato recogido por la Organización Internacional para las Migraciones– han entrado en Europa a través del Mediterráneo 772.979 personas (hombres, mujeres y niños). Ellos lograron alcanzar el sueño europeo, pero otros 3.427, como el pequeño Aylan Kurdi, murieron en el intento. Una media de once personas diarias. Bruselas estima que para 2017 habrán accedido a la UE tres millones en total. ¿Qué supone para Europa y los países de acogida este éxodo masivo de personas que huyen de la muerte?
20minutos analiza este drama humanitario de la mano de cuatro expertos en diferentes disciplina económicas y sociales para desgranar lo que este éxodo supone para los países de acogida:
¿Cuáles son las debilidades de la crisis de refugiados?
R. D. M.: La carencia de una Europa unida a nivel político capaz de enfrentar, con una sola voz, un reto de esta naturaleza. Además de la inexistencia de un ejército europeo que pudiera intervenir de modo preventivo o disuasorio. Por otra parte, los que llegan lo hacen con una falta de experiencia de convivencia en países democráticos y con carencias de cultura laboral en Europa Occidental.
J. A. C.: Una debilidad estrictamente económica para los países de acogida sería la necesidad de provisión de recursos por parte de los poderes públicos para hacer frente a las necesidades perentorias de los refugiados que lleguen. Asimismo, los demandantes de ayudas públicas ya residentes en los países de acogida podrían ver minoradas las ayudas que antes recibían, lo que produciría tensiones sociales.
E. G.: Europa no cuenta con un sistema común de asilo. Al no trasponerse las directivas internas previstas en la UE los sistemas de asilo tienes divergencias importantes. En esta emergencia ha habido también una falta tremenda de previsión. En España, además, nuestro sistema de asilo está debilitado tras la crisis económica, tanto en la recepción y, tiempos de espera para solicitar asilo.
J. F.: Las debilidades a la que nos efrentamos desde el punto de vista de la seguridad pública es la falta de información y falta de protocolos para actuar en la frontera. Información y protocolos que deberían ir dirigidos a un problema concreto: el exilio de personas civiles que huyen de un conflicto bélico.
¿Y las amenazas?
R. D. M.: La crisis está poniendo de relieve el papel protagonista que adquiere Alemania, carente de legitimidad para ello. Además, Europa es un microcosmos con una diversidad de países de tamaños muy dispares y que ven amenazadas sus identidades por la llegada masiva de población con culturas y religiones muy distantes.
J. A. C.: La falta de recursos públicos para hacer frente a esta eventualidad se puede convertir en un problema presupuestario, que podría dar lugar a un incremento del déficit público. Para los trabajadores residentes con ocupaciones que pudieran ser cubiertas por los recién llegados, estos podrían considerarlos como una amenaza para sus puestos de trabajo. Los propios refugiados se encontrarían con una falta de cobertura de necesidades básicas.
E. G.: Para nosotros la mayor amenaza es que se están poniendo en riesgo los valores fundacionales de la UE, un modelo basado en los derechos humanos y su defensa. Otra amenaza son los brotes de xenofobia en el norte de Europa y la estigmatización de los migrantes económicos, que parece que no tuvieran derecho a emigrar.
J. F.: La mayor amenaza es la falta de control en quienes cruzan la frontera, generando a su vez la creación de mafias que trafican con personas. Pero el éxodo de sirios no debe llevarnos a pensar en una entrada masiva de terroristas, un mensaje que solo causa rechazo social. No se puede obviar, pero los terroristas tienen métodos más sofisticados para actuar.
Destacan como fortalezas...
R. D. M.: El sistema democrático con sus derechos y deberes ciudadanos, la garantía de mínimos de protección, la experiencia de vida en un medio de pluralidad nacional, étnica, religiosa y laica es una fortaleza europea.
J. A. C.: En los países de acogida podría darse a largo plazo –una vez que los refugiados lograran encontrar un puesto de trabajo acorde con su formación–, un incremento en la producción del país, elevándose entonces su PIB. Los países de origen podrían beneficiarse de las remesas de divisas que los refugiados pudieran enviar, en su caso, a sus familias.
E. G.: La gran fortaleza es que por primera vez los refugiados están presentes en la agenda política. También es una fortaleza que por fin la ciudadanía reconozca e identifique la realidad de estas personas, conscientes de que en cualquier momento nosotros mismos podríamos convertirnos en refugiados.
J. F.: Las fortalezas sobre los refugiados sirios deberían suponer una mayor planificación en las políticas de inmigración para un control eficiente en la entrada de personas en España, mejorando así la seguridad ciudadana de toda la población.
¿Hay oportunidades?
R. D. M.: La crisis puede desvelar la necesidad de avanzar en la Unión Política Europea, ante la incapacidad actual para afrontar este tipo de retos. Igualmente debe animar a Europa a tomar un papel protagonista en la estabilización de Siria y en la lucha contra el Estado Islámico. Además, hay que tomar conciencia de que de la gestión de los flujos migratorios dependerá el futuro de Europa.
J. A. C.: En los países de acogida se podrán presentar a corto plazo oportunidades laborales para los profesionales implicados en la gestión de los refugiados, así como para traductores y profesores de lengua.
E. G.: Es una oportunidad para actuar sobre las causas y poner en marcha vías legales y seguras que garanticen la llegada de estas personas sin que tengan que ponerse en manos de mafias.
J. F.: Nos ofrece la oportunidad de proteger y salvaguardar los derechos fundamentales y las libertades públicas.
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