María (nombre ficticio) pensaba que iba a tener una niña y cuando dio a luz a su hijo se vino abajo. No le apetecía hacer nada más que dormir.

Ella achacó su rechazo al disgusto por el sexo de su bebé, pero realmente sufría depresión posparto, una enfermedad grave que está infradiagnosticada y que padecen el 15% de las madres, según los estudios médicos.

María es una de las más de 10.000 madrileñas que cada año sufren este mal. La doctora África Galindo explica que detrás están factores hormonales, predisposición genética a los trastornos depresivos y factores sociales como el estrés o la falta de apoyo familiar.

Los médicos coinciden en que esta patología va en aumento debido al estrés laboral que sufren muchas mujeres. El doctor Ignacio Revuelta añade que la depresión afecta además a una de cada cuatro madres adolescentes.

Dos revisiones

Los estudios dicen que el 70% de las madres sienten melancolía tras el parto y que pasa a considerarse depresión si se prolonga más de dos semanas. Los médicos recomiendan hacerse dos revisiones para detectar una posible depresión: 10 días después de dar a luz y al mes.

«El tratamiento farmacológico y de psicoterapia es muy eficaz», recuerdan los doctores. También es importante el apoyo familiar. María logró curarse a los seis meses.

Síntomas. Apatía total. Las mujeres que sufren una depresión posparto suelen sentir apatía, rechazo o pasotismo hacia el bebé y culpabilidad; pueden estar irascibles, llorosas, se sienten infelices e incluso llegan a autolesionarse.

Médicos. Matrona y pediatra. La depresión posparto la suelen detectar en un primer término las matronas, pero muchas veces no aparece hasta un mes después de dar a luz, por eso es importante que los pediatras estén muy atentos a las madres.

El bebé. Lo nota mucho. Además de resentirse las relaciones con la pareja, los bebés pueden sufrir graves consecuencias por una prolongada depresión de la madre. Puede afectarles en su desarrollo, de ahí la importancia del diagnóstico.