La más importante y también la más elitista y lujosa de las pasarelas, la Semana de la Moda de París, ha cerrado su edición con una variedad de propuestas para el próximo otoño-invierno que una vez más ha dejado el listón tan alto como los amantes de la moda esperan de esta cita.
En su último día se ha podido ver la nueva colección de Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton, que ha vuelto a no defraudar a sus seguidores manteniéndose fiel a la línea que lo ha llevado a lo más alto.
Otro de los grandes de la alta costura, Jean Paul Gaultier, ha apostado por el folclore y el asunto regional, por poco chic que parezca, y logró un buen y sorprendente resultado combinando lo moderno con lo tradicional.
Gaultier basó su colección en el terciopelo negro, los motivos geométricos bordados al estilo traje regional y el amarillo. Las rayas marineras también han sido pilar de sus creaciones.
Muy diferente fue la apuesta del modisto libanés Elie Saab, que se decantó sin pudor por el oro, y continuó fiel a su línea de vestidos de bordados.
Los holandeses Viktor Horsting y Rolf Snoeren lograron una estética que hacía difícil separar lienzo de ropa. "Queríamos crear una colección de arte que se pudiera llevar", dijeron a Efe. "Parecen cuadros, pero están hechos con técnicas de alta costura".
Las creaciones de John Galliano para Martin Margiela no fueron excesivas en los volúmenes y sí en cambio en drapeados y las superposiciones.
Giorgio Armani partiendo del negro consiguió una potente propuesta a base de combinaciones con el fucsia, el azulón, el turquesa. Mucho de rollo discotequero (de altura, claro), se ha dejado ver en sus creaciones, que como siempre mantienen sus líneas rectas.
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