La obra de la 'araña castradora' Louise Bourgeois se exhibe en Estocolmo y viaja a Málaga

  • 'He estado en el infierno y regresado' agrupa en el Moderna Museet de la capital sueca más de un centenar de obras de la escultora, fallecida en 2010 a los 98.
  • La gran antología de la artista de la anormalidad entendida como protección contra la traición y la soledad viajará en junio al Museo Picasso de Málaga.
  • La exposición recopila piezas de todas las etapas de los 70 años en activo de una prolífica creadora que sólo alcanzó fama mundial a los 71 años.
'Juntos', escultura de Louise Bourgeois
'Juntos', escultura de Louise Bourgeois
© The Easton Foundation / Licensed by BUS. Photo: Christopher Burke
'Juntos', escultura de Louise Bourgeois

Con el buen humor y la suavidad que caracterizaron su carácter, Louise Bouergeois, fallecida en 2010 de un ataque al corazón a los 98 años, siempre le quitó drama al tardío reconocimiento de su obra subversiva y valiente, que sólo comenzó a recibir el trato de excepción que merece en 1982, cuando la artista tenía 71 años y el público internacional la descubrió a través de una exposición en el MoMA neoyorquino. "Nada te protege como el anonimato y yo le saqué mucho provecho", dijo entonces. "Nadie trató de copiar mi alfabeto y trabajé en paz durante cuarenta años".

La mujer araña, como la han llamado por sus enormes esculturas de seres de muchas patas que considera una "oda" a su madre, es la misma que en su primer gran montaje, Destruction of the Father (Destrucción del padre, 1974) proponía una caverna-comedor-dormitorio con paredes dentadas dentro de la que era posible castrar al padre y canibalizarlo. "Lo ponemos sobre la mesa y con nuestros cuchillos lo diseccionamos. Lo llevamos aparte y lo desmembramos, le cortamos el pene, lo convertimos en alimento y nos lo comemos... Lo liquidamos de la la misma forma en que él liquidó a los niños", explicaba en la declaración sobre aquella obra.

Padre adúltero con la niñera

Cargada de resentimiento hacia su padre —engañaba a la esposa con la niñera que cuidaba de Louise— y siempre deseosa de expresar psicológica y artísticamente ese odio, Bourgeois, nacida en Francia y estadounidense de adopción, sigue fascinando al mundo. Ahora la toca a Estocolmo, la capital sueca, donde se exhiben más de un centenar de obras en la muestra I Have Been to Hell and Back (He estado en el infierno y regresado), que se celebra en el Moderna Museet del 14 de febrero al 17 de mayo. Luego viene a España: estará en el Museo Picasso de Málaga entre el 15 de junio y el 27 de septiembre con el mucho más complaciente y menos descriptivo título de Louise Bourgeois-Retrospectiva.

Una tercera parte de las piezas de la exposición, dicen desde el museo, nunca antes se ha mostrado públicamente. Además de esculturas como Maman, la araña de bronce, acero inoxidable y mármol y casi diez metros de altura que ha paseado por medio mundo y que esta vez estará instalada en el exterior del museo sueco, se muestran también 47 esculturas de menor tamaño y 54 piezas gráficas sobre papel y tela.

'Humor subversivo sobre el miedo'

El arte de Bourgeois, menos complejo de lo que puede parecer —se reduce a impulsos primarios y a considerar que la anormalidad puede convertirse en un escudo protector contra la traición y la soledad—, es radical y está lleno de "humor subversivo sobre el peligro y el miedo". Para la coordinadora de la muestra, Iris Müller-Westermann, la artista "sondea las profundidades de la existencia" y muestra la lucha para "combinar los papeles de artista, madre y esposa en el siglo XX".

Nacida en París, donde estudió arte con, entre otros, Fernand Léger, quien la convenció de que tenía aptitudes especialmente notables para la escultura, la artista se mudó a Nueva York en 1938 tras un amor a primera vista con matrimonio instantáneo con el historiador del arte Robert Goldwater. Desde mediados de la década siguiente, comenzó a trabajar en esculturas semiabstractas y con una fuerte carga surrealista.

En los años sesenta el estilo de Bourgeois alcanzó una profunda individual. Dejó la escultura en madera y comenzó a experimentar con materiales como el látex y el yeso para expresar los sentimientos derivados del tratamiento de psicoanálisis que había comenzado tras la muerte de su padre en 1951. Continuó explorando el cuerpo humano, pero "desde adentro hacia afuera", con "interiores laberínticos" que representan un "cuerpo fragmentado y replegado sobre sí mismo", añade Müller-Westermann.

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