Valentín Martínez-Otero. Doctor en Psicología y Pedagogía y Profesor de la UCM
OPINIÓN

La violencia infantil nos concierne a todos

Valentín Martínez-Otero. Doctor en Psicología y Pedagogía. Profesor de la UCM
Valentín Martínez-Otero. Doctor en Psicología y Pedagogía. Profesor de la UCM
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Valentín Martínez-Otero. Doctor en Psicología y Pedagogía. Profesor de la UCM

El fenómeno de la violencia infantil, entendida como una agresividad radical y perversa, es reflejo de lo que acontece en la sociedad. Aunque la clarificación conceptual es compleja, hablamos de violencia infantil para referirnos a una amplia gama de acciones que producen intencionalmente daño. En general, la violencia, en diversas formas y diferente intensidad, es el resultado de una enmarañada red de causas sociales/ambientales, relacionales, escolares, familiares y personales.

A nivel de la sociedad y del ambiente, destacamos las desigualdades sociales con sectores afectados por la pobreza y por el desempleo, sin que esto quiera decir que la violencia infantil se circunscribe a ciertos segmentos desfavorecidos. Por supuesto, los medios de comunicación y las tecnologías (televisión, videojuegos e internet, etc.) influyen mucho en los menores, con frecuencia de modo perjudicial, pues se hace un uso indebido y abusivo de los mismos. No nos olvidamos de la facilidad para consumir alcohol y drogas. En el plano relacional, algunos activadores de la violencia infantil son el empobrecimiento de la comunicación y el aumento de relaciones presididas por la rivalidad, así como el individualismo, el debilitamiento del sentido de comunidad y la pertenencia a algún grupo con un líder conflictivo.

En el ámbito de la institución escolar deben considerarse aspectos que pueden favorecer la violencia infantil, como la falta de medidas pedagógicas verdaderamente inclusivas y sensibles no solo a los resultados académicos del alumnado, sino también a los procesos educativos y al desarrollo personal.

En cuanto a la familia, destacan varias fuentes de violencia, por ejemplo, la desintegración del grupo familiar, la dispersión de sus miembros, la desatención de los hijos, la utilización de la violencia en el hogar, pues los hijos tienden a imitar lo que ven, así como los métodos educativos basados en la permisividad, la indiferencia o la punición.

En lo que se refiere a la personalidad, algunos factores que predisponen a la violencia son la desorientación en los valores, que lleva a adscribirse al 'todo vale' y a legitimar el uso de la violencia para alcanzar las propias metas, así como la irresponsabilidad, la falta de empatía y la necesidad de estimulación intensa y constante.

En la medida en que se den cita factores correspondientes a los distintos ámbitos mencionados, es más fácil que surjan fuertes tensiones interpersonales, conductas antisociales y violencia en la infancia y la adolescencia.

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