Una veintena de amigos despide a Inmaculada Echevarría mientras se reabre el debate sobre la eutanasia

  • Un responso despide a Inmaculada Echevarría.
  • Las reacciones a su muerte reabren el debate sobre la eutanasia.
  • El médico del hospital de Granada donde falleció asegura que su caso es frecuente.
  • Las cenizas de Inmaculada serán esparcidas en la costa de Pontevedra.
Inmaculada Echevarría (ARCHIVO)
Inmaculada Echevarría (ARCHIVO)
Archivo
Inmaculada Echevarría (ARCHIVO)

Una veintena de amigos íntimos despidieron el jueves a Inmaculada Echevarría en el tanatorio del cementerio de San José de Granada

El deseo de morir de Echevarría se cumplió el miércoles en el Hospital San Juan de Dios, al que fue trasladada horas antes desde el San Rafael -gestionado por la orden religiosa San Juan de Dios- , donde se le retiró el respirador, con lo que acabó su larga y polémica lucha, en la que se han confrontado términos legales, éticos y religiosos.

Mientras sus íntimos amigos despedían a Inmaculada, las reacciones sobre su muerte se han ido sucediendo en cadena, reabriéndose el debate sobre la eutanasia, a pesar de que la mayoría de las opiniones rechazaban que su caso pudiera achacarse a esta práctica.

Debate sobre la eutanasia Las autoridades eclesiásticas han tachado el caso de Inmaculada Echevarría como un caso de eutanasia.

El Arzobispo de Toledo y Cardenal Primado de España, Antonio Cañizares, lamentó y rechazó la consumación de lo que consideró una "acción de eutanasia o suicidio asistido ".

Cañizares, que ostenta también el cargo de vicepresidente de la Conferencia Episcopal, señaló que esta muerte es uno de los "hechos dolorosos que estos días nos hacen sufrir a todos y que denotan una situación social en España que debemos superar, si no queremos conducirnos por derroteros de quiebra de humanidad y moral".

Sin embargo, la directora de la Cátedra de Biojurídica y Bioética de la Unesco, María Dolores Vila-Coro, defendió el "derecho" de Inmaculada a rechazar la ventilación mecánica que la mantenía con vida y alegó que lo contrario sería incurrir en una "obstinación terapéutica".

José Miguel Serrano Ruiz-Calderón, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense, invitó a quienes condenan el caso de Echevarría a que se pregunten cuál habría sido su reacción si la paciente hubiera denegado desde el principio ponerse un respirado.

La Asociación Derecho a Morir Dignamente aseguró que el caso "abre la puerta a otros enfermos que quieran exigir sus derechos dentro de los límites que marca la ley".

Un caso "frecuente"

El médico especialista del área de Neumología del Hospital Virgen de las Nieves de Granada y encargado de su unidad de ventilación mecánica no invasiva dijo hoy sobre el caso de Inmaculada Echevarría, que es "frecuente" asistir la muerte del paciente, lo que supone "aliviar, no producirla".

Este caso no es excepcional porque es "habitual" que pacientes en proceso terminal e irreversible de su dolencia rechacen el tratamiento, si bien Inmaculada presentaba la particularidad de que "no podía quitarse por ella misma el respirador, sino que dependía de que lo desconectasen terceras personas".

La desconexión de esta máquina produce en el paciente una parada respiratoria que le conduce a la muerte, pero para que "no sufra ahogo, que sería como si le taparan la boca y la nariz", se le suministra una sedación que le induce a un sueño profundo, tal como se hizo con Inmaculada.

"Se marchó tranquila"

La sedaron, nos dio un beso a los que estábamos allí y después la desconectaron
Cristobal Entrena, un amigo que conocía a Inmaculada Echevarría explicó que se marchó "tranquila" y "preparada para todo".

"La sedaron, nos dio un beso a los que estábamos allí y después la desconectaron", afirmó, precisando que las últimas palabras de Inmaculada fueron de agradecimiento a los enfermos que atraviesan su situación y a quienes luchan por ellos.

En su última voluntad, que el abogado de Inmaculada Echevarría trasmitirá a su único hijo biológico, dado en adopción al no poder cuidarlo debido a su enfermedad, la fallecida pedía que sus cenizas fueran esparcidas en la costa Pontevedra "donde fue más feliz".

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