Se organizan por Internet y no están interesados en galerías ni en museos; confían en la calle como la mejor de las salas de exposiciones para interrumpir la rutina diaria con creatividad. Wallpeople es "un proyecto internacional de arte colaborativo" que anima a cualquiera que lo desee a implicarse en iniciativas artísticas urbanas.
Comenzaron en Barcelona hace cinco años con Experimento vivo, poniendo de acuerdo a 100 personas por Internet para que todas se citaran en el mismo lugar de la ciudad y crearan un mural fotográfico gigante en una pared olvidada cualquiera, embelleciéndolo con una selección personal de imágenes.
Lo siguiente fue Un Flickr en la vida real (en referencia a Flickr, el portal web para colgar y compartir fotografías), otro mural fotográfico en el que esta vez los participantes intercambiaban sus aportaciones en persona. De esa manera han provocado que los involucrados —la mayoría sin conocerse— hayan expresado sus pensamientos en una pizarra gigante, compartido un concierto espontáneo, intercambiado música, exhibido ilustraciones y pinturas...
"Una reflexión sobre cómo nos comunicamos"
Aunque sus fundadores —Pablo Quijano y David Marcos— son creativos publicitarios, el proyecto tiene una esencia independiente. Wallpeople busca "fomentar la creatividad de las personas" transformando en museos efímeros espacios públicos en países de todo el mundo. "La creatividad es libre y no debe quedarse encerrada en los museos. Nos gusta hacer uso de Internet y las herramientas digitales para crear experiencias en la vida real y de algún modo plantear una reflexión sobre cómo creamos y cómo nos comunicamos hoy en día", declaran en su página web.
Con aproximadamente un par de acciones por año, ya se han expandido por más de 40 países y tienen coordinadores de eventos en varias ciudades españolas (Madrid, Valencia, Bilbao, Málaga, León, Gijón, Mallorca...), capitales europeas como Ámsterdam, Berlín, Dublín y Roma y también en ciudades del continente americano como Nueva York, Miami, Santiago de Chile, Ciudad de México, Lima, Buenos Aires o Río de Janeiro.
En cada edición, los organizadores se ponen de acuerdo para elegir un nuevo proyecto y difundirlo por la Red para ponerlo en práctica. La última de ellas se celebró en febrero en Barcelona: con Clothesline (Cuerda para tender la ropa), animaron a los internautas a que escogieran una prenda de su armario y la colgaran en un tendedero callejero común junto a una nota detallando su historia, revelando el vínculo personal que habían creado con la camiseta, la gorra o el vestido que tanto disfrutaron. Al final, cada participante podía llevarse una pieza diferente a la que había aportado y darle así "una segunda vida".
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