A sus 88 años y a pesar de los vértigos que sufre, la escritora Ana María Matute ha revelado que tiene un libro "a medio hacer", que espera terminar estas Navidades y se llamará Demonios familiares.

La autora de Olvidado Rey Gudú, que recibió en Premio Cervantes en 2010, no quiere contar nada de su nueva novela porque "es como abrir un perfume antes de tiempo".

Sin embargo ha adelantado la primera frase que arrancará esta obra: "Algunas noches el coronel oía llorar a un niño en la oscuridad". Y también una pista: en la casa en la que vive ese coronel, su personaje, no viven niños desde hace mucho tiempo. Según ha dicho, lleva "un poco menos de media" novela y la escribe "con muchas dificultades" porque padece muchos vértigos con los que es "muy difícil concentrarse".

Matute asegura que por dentro se siente "como cuando tenía 13 o 20 años". "Hay veces que no me acuerdo que no puedo levantarme y echar a correr".

Seguramente le ayuda su profesión porque, según cuenta, "el escritor tiene una cosa que es de niño, tengas la edad que te tengas, siempre, cada día, hay un asombro o una decepción, que es una forma de asombrarse pero a lo bajo".

Con vértigos, con audífono, con los surcos que las muchas historias que ha inventado y vivido han dejado en su rostro, Ana María Matute dice sentirse bien, aunque no puede beber los gin-tonics que tanto la han acompañado.

No deja de escribir cada día, salvo cuando sufre los vértigos, y de disfrutar haciéndolo: "En cuanto puedo me pongo a escribir, cuando tengo un libro dentro, como ahora, lo tengo que sacar".

"El libro que estoy escribiendo ahora es muy bonito, es lo único que puedo decir. Bueno, a mí me lo parece, si no, sería idiota por escribirlo. A ver cómo acaba", ha comentado, para añadir que un escritor, como un panadero, siempre sueña con hacer las cosas mejor y, en su caso, "quisiera escribir un libro mucho mejor de todos los que he escrito, siempre se quiere más".

Matute no ha dejado muy claro si algún día escribirá sus memorias. "Sí, pero no. Hay una persona que dice que se las cuente y que las escribe, yo le digo que sí, pero luego pienso que no. Mi vida es mía, si yo supiera que a alguien le va a servir de algo, pero no le va a servir de nada, más que para decir qué infeliz es esa mujer".

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