Los gigantes y cabezudos recorrieron las principales calles de la ciudad al son de batuka (esta mezcla de elementos típicamente aragoneses con ritmos brasileños no dejó indiferente al público y provocó cierto descontento). No faltó la animación infantil, ni el pasacalles musical, en torno al Casco Histórico. Los bares de tapeo del Tubo estaban a rebosar.
Un roscón muy musical
Para ser fieles a la tradición es esencial el roscón de San Valero, y ayer fue doble: el tradicional de harina y azúcar y el Roscón Rock, que este año alcanzaba su tercera edición.
Más de 60 grupos aragoneses ofrecieron en las calles y plazas del centro un pedacito de su roscón particular relleno de entusiasmo, marcha y sones de vitalidad.
Los que pasearon por las plazas de Sas, José Sinués, San Felipe, Ariño y Pedro Nolasco, por la mañana, o por el paseo de la Independencia, durante la tarde, pudieron probar el apetitoso regalo sonoro. «Estad atentos –decían algunos músicos–, es posible que descubráis alguna sorpresa en este roscón».
La competición
Desafío de cuerpos
Los cuerpos de Policía y Bomberos se enfrentaron ayer a los zaragozanos en una carrera popular por equipos de cinco personas. Tenía lugar en un circuito de 700 metros con pequeños obstáculos, situado en el paseo de la Independencia.
Exposiciones
Visita al museo
Los museos municipales (el del Foro, el Pablo Gargallo, La Lonja, las Termas Públicas, el Teatro Romano, el Puerto Fluvial, el Torreón Fortea, el Palacio de Montemuzo y la Casa de los Morlanes) abrieron gratuitamente para San Valero.
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