Kathrine Switzer, la mujer que revolucionó el maratón

  • La estadounidense se convirtió en 1967 en la primera mujer que logró competir en un maratón con dorsal, algo que no estaba permitido por entonces.
  • Se inscribió con sus iniciales para el Maratón de Boston y duranta la carrera intentó ser frenada por un juez, una imagen mítica del mundo del deporte.
  • La corredora estadounidense ganó el Maratón de Nueva York de 1974 y desde su debut en la distancia ha completado 35 carreras de 42 kilómetros.
La estadounidense Kathrine Switzer, la primera mujer que disputó un maratón con dorsal (Boston, 1967), posa delante de la fotografía que inmortaliza el momento en el que trataron de sacarla de la carrera.
La estadounidense Kathrine Switzer, la primera mujer que disputó un maratón con dorsal (Boston, 1967), posa delante de la fotografía que inmortaliza el momento en el que trataron de sacarla de la carrera.
CHEMA MOYA / EFE
La estadounidense Kathrine Switzer, la primera mujer que disputó un maratón con dorsal (Boston, 1967), posa delante de la fotografía que inmortaliza el momento en el que trataron de sacarla de la carrera.

La estadounidense Kathrine Switzer, primera atleta en recorrer un maratón con dorsal, en el de Boston de 1967, recordó este martes en Madrid una insólita aventura que "abrió el camino de las mujeres hacia la igualdad de participación en las pruebas de fondo", y que tendrá su reflejo en Palma de Mallorca el 30 de marzo de 2014, con una prueba femenina de 42 kilómetros. Switzer, de 66 años, tuvo la osadía de inscribirse en el Maratón de Boston en 1967. Utilizó las iniciales K.V Switzer para burlar el control de la organización y obtener el dorsal 261, un número para la historia del atletismo.

La estadounidense, que presentó en Madrid el maratón femenino que tendrá lugar en Palma de Mallorca el 30 de marzo, llegó a la meta de Boston con un tiempo de 4.20 horas, no sin antes superar momentos críticos, ya que fue agredida por un juez que quiso impedir que siguiera corriendo.

La presencia de su novio y entrenador, y de algunos atletas, le quitaron de encima al comisario. "Cuando terminé el maratón de Boston me di cuenta de que mi vida iba a cambiar y que aquello supondría un impulso para que las mujeres tuvieran mas oportunidades en el deporte y para mejorar yo como atleta. Ya en 1972 podíamos competir sin escondernos y fue un hito histórico. Empezaron a crearse carreras femeninas de 10 kilómetros, y hoy hay más de 400", comentó Switzer.

En la línea de meta comenzó una nueva lucha. Había que incluir a las mujeres en las pruebas de fondo. Un camino no demasiado largo, pero al final, hasta el juez que la quiso echar en pleno maratón de Boston entró en razón. "Aquel juez estuvo cinco años enfadado, pero luego cambió la legislación y las mujeres podían correr en Boston en 1972. Un año después se me acercó a mi antes de la salida para darme un beso", recuerda.

El espaldarazo, en Los Ángeles 1984

Switzer llegó a correr aquel maratón por influencia de su entrenador, que había participado cinco veces en la prueba bostoniana. Su idea era hacer pruebas mucho más cortas. "Empecé a entrenarme para una carrera de 5 kilómetros, pero mi entrenador me hablaba mucho del maratón de Boston, me contaba historias y le dije que quería participar. Me comentó que le tenía que demostrar que podía correr y le convencí con un entrenamiento de 50 kilómetros. Mi entrenador se desmayó del esfuerzo. Cuando se levantó de dijo: "Puedes".

A partir de Los Ángeles 1984 el maratón femenino fue incluido en el programa olímpico, otro espaldarazo para el desarrollo del atletismo femenino. "Si las mujeres podíamos correr un maratón ya no se nos podía resistir ninguna prueba", asegura. El próximo maratón de Mallorca trata de ser un referente en Europa, ya que de las cinco pruebas que se celebran en el mundo, solo dos se consideran relevante, los de Nagoya y San Francisco, con una participación de 14.000 y 25.000 atletas respectivamente.

Kathrine Switzer ganó el Maratón de Nueva York de 1974 y ha completado 35 carreras de 42 kilómetros. La estadounidense ya visitó España en 1972, en concreto Madrid, cuyo principal recuerdo es que se refugió en el Museo del Prado "para estar más calentita".

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