Gabino Diego, Verónica Forqué y Jorge Sanz: actores españoles buscando vida más allá del cine

  • Grandes nombres del cine español siguen trabajando fuera del Séptimo Arte.
  • Gabino Diego: "No hay trabajo para todo el mundo y llaman a otros actores".
  • Muchos siguen brillando con luz propia en el teatro o la televisión.
El actor Gabino Diego.
El actor Gabino Diego.
EFE
El actor Gabino Diego.

Hubo unos años, muchos, en los que el cine español no se concebía sin ellos. Acumularon premios (6 Goya entre los tres, y diez candidaturas más). Trabajaron con nuestros mejores cineastas (Pedro Almodóvar, Fernando Trueba o Fernando Fernán-Gómez). Y, sobre todo, estuvieron en obras maestras. Hablamos de Verónica Forqué, Jorge Sanz y Gabino Diego, tres estrellas de los ochenta y noventa que, en los últimos tiempos, no se han dejado ver demasiado en la gran pantalla.

Fue Candela Peña, en su incendiario discurso en los últimos premios Goya, la que puso el dedo en la llaga: "Hace tres años que no trabajo (...). Os pido trabajo, porque tengo un niño que alimentar". La actriz, que acababa de recibir el premio a la mejor intérprete de reparto por Una pistola en cada mano, mostraba así la situación, lejos de la gran pantalla, que viven algunos de nuestros rostros históricos.

"En esta profesión lo difícil es mantenerse, reinventarse. Llegas a una edad y, por ejemplo, ya no puedes hacer más de adolescente. Además, la situación es complicada, han pasado muchas cosas y no siempre es fácil seguir haciendo películas". Quien habla es Gabino Diego, que estos días cumple 30 años en la profesión. Al narigudo y desgarbado actor le conocimos en 1983 gracias a una maravillosa película, Las bicicletas son para el verano, donde encarnaba al inolvidable Luisito a las órdenes de Jaime Chávarri.

Treinta años después, Gabino Diego no se queja. Aunque sus últimos trabajos cinematográficos han sido esporádicos y mediocres (La daga de Rasputín, en 2010, o Desde que amanece apetece, en 2005), el actor sigue muy activo en el teatro. "Terminé El apagón hace unos meses", explica, "y ahora regreso con Una noche con Gabino Diego". En la obra, que acaba de estar en cartel en Valencia y que después viajará por Yecla, Lorca, Alicante, Albacete, Madrid o Asturias, quien fuera protagonista de ¡Ay, Carmela!, El rey pasmado o Los peores años de nuestra vida actúa, canta y, por supuesto, ironiza sobre el amor, la crisis y las dificultades que tiene la vida.

"Sí, llevo tiempo sin hacer cine", reconoce, "pero es normal. No hay trabajo para todo el mundo, llaman a otros actores... Y no me importa, porque siempre me gustó el teatro. No es que yo me haya olvidado del cine ni que el cine se haya olvidado de mí; es, simplemente, que ha cambiado la forma de rodar y de producir, y yo he encontrado mi vida en el escenario. Soy feliz, y me queda eso: haber hecho cosas como Amanece que no es poco y ser candidato cuatro años seguidos al Goya".

Verónica Forqué también debe estar orgullosa: ganó cuatro premios del cine español (por El año de las luces, La vida alegre, Moros y cristianos y Kika) y estuvo en cintas como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o Bajarse al moro. Sin embargo, tampoco ha tenido mucha suerte últimamente en la gran pantalla. Pero, como Diego, Forqué ha encontrado su sitio sobre las tablas: lleva dos años de gira con Shirley Valentine, por la que ha recibido innumerables elogios.

"En el teatro", decía la actriz hace poco a EFE, "es donde me siento más libre y feliz, aunque se gane menos dinero. El teatro es un trabajo sagrado, y el que se dedica a él no busca fama, éxito y ganar mucho, sino que es una vocación que tiene que ver con el amor y la comunicación". Ademas, Forqué prefiere relativizar la crisis, el desempleo o los malos tiempos que vive su profesión... y las demás. "Nunca sé qué me va a pasar el mes que viene, así que ni me planteo lo que nos puede pasar el año próximo. En este lado del planeta la gente es muy afortunada, y por eso no hay que quejarse tanto de la crisis".

El que tampoco se queja, al menos por los cauces comunes, es Jorge Sanz. Sanz siguió los pasos habituales de muchas estrellas: primero fue niño prodigio (Conan, el bárbaro o Crónica del alba. Valentina), luego adolescente resultón (El año de las luces) y, por último, idolatrado joven (Amantes o Belle Epoque). Después... Muchas películas y, poco a poco, una estrella que se fue apagando.

En 2010, con seis candidaturas al Goya y un premio (Si te dicen que caí, en 1989) a sus espaldas, el actor cogió el toro por los cuernos y protagonizó ¿Qué fue de Jorge Sanz?, serie de televisión donde bromeaba e ironizaba sobre su carrera ("hace mucho que he dejado de hacer de marioneta", decía).

Encarnándose a sí mismo, Sanz se enfrentaba a situaciones disparatadas para demostrar que sí, que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero que el futuro también puede traernos grandes sorpresas. De momento, el teatro también le ha hecho un hueco (le vimos hace meses en Crimen perfecto), y maneja varios proyectos. "Llevo bien el paso del tiempo", explicaba Sanz en este periódico. "Ahora soy galán cómico, y uno tiene que asumir cómo es con elegancia y dignidad. Espero seguir teniendo papeles acordes a mi edad". Que así sea, porque al cine español no le vendrá mal, en estos tiempos difíciles, el talento y la veteranía de estos clásicos.

Tres 'engoyadas' alejadas del cine

María Barranco

Con su segundo largo, Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), la malagueña deslumbró con su desparpajo y atractivo. Después vendría otro Goya (por Las edades de Lulú) y tres candidaturas más (Las cosas del querer, El rey pasmado y La ardilla roja). Hace dos años la vimos en una película mediocre, La daga de Rasputín, pero ha hecho más televisión (Amar en tiempos revueltos) y teatro (Tócala otra vez, Sam).

Ruth Gabriel

De niña de Barrio Sésamo a actriz de rompe y rasga en Días contados (1994), su debut en el cine y Goya a la mejor actriz revelación. Después, ha tenido más éxito en el teatro (el año pasado protagonizó Verano) y, sobre todo, la televisión, donde ha dado vida a Flor en la exitosa Bandolera.

Silvia Munt

La catalana es dueña de una imprevisible e interesante trayectoria. Tiene dos Goya: uno como actriz principal (por Alas de mariposa) y otro como autora del mejor corto documental (Lalia). También dos candidaturas: a mejor actriz de reparto (La pasión turca) y como autora del largo documental GALA. Su última presencia en el cine fue en 2008 con Pretextos, que dirigió, coescribió y protagonizó.

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