Corren tiempos de mecenas: doce joyas del arte medieval, regaladas al Museo del Prado

  • El ingeniero y empresario José Luis Várez Fisa y su mujer, María Milagros Benegas, han donado doce obras de su colección privada, de valor incalculable.
  • Se trata de piezas que llenan los huecos del Museo del Prado en el ámbito del arte medieval español, y también complementan sus colecciones.
  • Correspondiendo a su generosidad, las obras serán expuestas en una sala propia que llevará el nombre Várez Fisa.
Enrique de Trastámara y su familia en un detalle de la obra medieval 'Virgen de Tobed', atribuida al pintor Jaume Serra.
Enrique de Trastámara y su familia en un detalle de la obra medieval 'Virgen de Tobed', atribuida al pintor Jaume Serra.
MUSEO DEL PRADO
Enrique de Trastámara y su familia en un detalle de la obra medieval 'Virgen de Tobed', atribuida al pintor Jaume Serra.

En tiempos de recortes y austeridad, el mecenazgo se convierte en un regalo caído del cielo. Y no es nada habitual que ese regalo consista en doce obras de valor incalculable.

Conscientes de las grandes lagunas del Museo del Prado en arte medieval español, el ingeniero y empresario barcelonés José Luis Várez Fisa, de 84 años, y su mujer, María Milagros Benegas, con el beneplácito de sus hijos, concedió en la mañana de hoy martes una de las más importantes donaciones a la pinacoteca madrileña.

Várez Fisa, que fue consejero de la sucursal del banco de España en Pamplona, propietario de una industria de derivados del acero y finalmente promotor inmobiliario y de compañías financieras, comenzó a comprar arte en los años 50 junto a su entonces reciente esposa. Con el paso de los años, el matrimonio reunió una de las más importantes colecciones privadas de arte de Europa.

De esta colección procede el lote de 12 piezas de arte español de los siglos XII al XV que han donado al Museo del Prado con afán filantrópico, ya que no conciben que su colección se limite exclusivamente al disfrute personal o familiar.

Se trata de pinturas, retablos, esculturas e incluso un artesonado de casi 12 metros de largo, "un gesto de desprendimiento excepcional", lo califican los responsables del museo, y "extraordinariamente oportuna en estos momentos de penalidades y zozobras".

Por amor al arte

Hace más de 2.000 años, un importante consejero romano llamado Cayo Cilnio Mecenas decidió proteger y ayudar a jóvenes talentos de la poesía como Horacio y Virgilio, que le correspondieron en sus obras, dándole la inmortalidad.

Éste es el origen del mecenazgo, una práctica que, según las autoridades del Museo del Prado, ha hecho posible que esta pinacoteca se encuentre entre las mejores del mundo; un 20% de los 28.000 objetos artísticos que posee procede de la generosidad de los donantes.

Con su aportación, la familia Várez Fisa se ha unido a la nómina de los grandes donantes del Museo del Prado.

Las primeras donaciones se hicieron en el entorno de la corona pero a finales del siglo XIX eruditos y estudiosos con sensibilidad artística y capacidad económica comenzaron a impulsar este tipo de iniciativas.

Así llegaron las Pinturas Negras de Goya, cedidas por el Barón d’ Erlanger en 1881. La duquesa de Pastrana donó en 1889 buenos ejemplos de pintura española o los bocetos de Rubens para las pinturas de la Torre de la Parada.

Ya en el siglo XX, Ramón de Errazu dejó un notable legado integrado sobre todo por pintura española del siglo XIX, con obras de Fortuny, Madrazo y Rico.

En 1915 Pablo Bosch hizo al museo heredero de su colección de pinturas (con obras del Greco, Morales, Cano o Goya), así como monedas y de una nutrida colección de medallas.

El Museo no recibirá otra donación tan importante hasta los años treinta, con el legado de Pedro Fernández Durán, de la colección que había reunido a lo largo de su vida. Estaba integrada por pintura (90 obras, contiene entre las más relevantes obras de Goya, Morales y van der Weyden), escultura, dibujos (cerca de 2.800 ejemplares), porcelanas y cerámicas, vidrios, tapices y telas bordadas, armas y armaduras, muebles, marfiles y miniaturas.

Finalizada la Guerra Civil tiene lugar una de las donaciones de mayor trascendencia para el museo, la del político Francisco Cambó. Donó obras de su colección de pintura italiana del primer Renacimiento, escuela que hasta ese momento, no se encontraba representada en sus colecciones. Además, cedió uno de los dos bodegones de Zurbarán que posee el museo.

Los responsables del Museo del Prado afirman que la cesión de la familia Várez Fisa es la más importante desde la de Cambó.

Una sala con nombre propio

Las obras serán ubicadas en una sala que llevará su nombre, 'Várez Fisa', en reconocimiento a la generosidad de los donantes. También se incorporarán a esta sala el Retablo de San Cristóbal, un importante ejemplo de la pintura francogótica castellana que ya fue donado en los años 70 por esta misma familia (en los 80 donarían otro San Cristóbal, pero del siglo XVI) , y la tabla de Lluís Borrassá llamada San Andrés se niega a adorar a los ídolos, adquirida recientemente por el Estado y procedente de la misma colección.

Hasta que la nueva sala Várez Fisa sea acondicionada y abierta al público —se calcula que en seis meses— los visitantes podrán al menos disfrutar de un adelanto, expuesto ya en las paredes del museo:  la Virgen de Tobed (1359-1362), un excepcional ejemplo de la pintura italo-gótica catalana atribuida a Jaume Serra, y considerada la joya de la corona de esta donación.

Estas son las doce obras:

La más valiosa

'Virgen de Tobed' ¿h. 1359-62? (Jaume Serra) Es la aportación más valiosa de la familia Várez Fisa, porque viene a llenar la carencia que el museo tenía en pintura italo-gótica catalana, y además se trata del retrato real más antiguo que ahora posee El Prado. Se trata de una tabla que formaba parte del retablo del altar mayor de la iglesia de Santa María de Tobed (Zaragoza).

En ella aparece representado Enrique de Trastámara como rey de Castilla, aunque cuando fue realizada la obra aún lo era de facto, lo que evidencia sus ambiciones. Le acompañan su mujer, Juana Manuel, su hijo el futuro Juan I de Castilla, y otra hija.

La más rara

'Retablo de San Juan Bautista.' Último cuarto del siglo XIII (Anónimo) Calificada de "extraordinaria rareza" por el Museo. Admiten que no poseen nada que se le pueda comparar, ya que son muy poco los ejemplos de esta tipología y época que han llegado hasta la actualidad, y además está muy bien conservada, lo que elevan su valor.

Procede de León y las arquerías trilobuladas que acogen las diferentes escenas confirman que el autor conocía el estilo gótico.

La más impresionante

'Artesonado en madera tallada y policromada'. h. 1350 (Anónimo) Es la pieza más grande de la colección, casi doce metros de madera de largo por seis de ancho que decoraba el techo del coro de la iglesia de Santa Marina en Valencia de Don Juan (León).

El Museo del Prado no posee nada de semejante envergadura ni características, con una iconografía de escenas cortesanas, animales fabulosos, motivos geométricos y vegetales, y ángeles.

La mejor conservada

'Retablo de la Virgen'. h. 1410-20 (Maestro de Torralba) Este impresionante conjunto de estilo gótico internacional y procedente de Zaragoza o Calatayud, se conserva en un estado de "rara excelencia" de conservación y casi íntegramente, a excepción de una pieza central.

Esta pieza enriquece el patrimonio del Museo, que ya contaba con otro retablo de similares características, pero incompleta y en un peor estado de conservación.

La primera de su autor

'San Antonio Abad'. doc. 1431-86 (Joan Reixach) Se trata de una pieza de gran valor, un ejemplo de los inicios del arte hispanoflamenco en Valencia, con la que el museo llena su hueco en este estilo y con este autor en concreto, del que no poseía ninguna obra.

La más singular

'Frontal con escenas de la infancia de Cristo'. Primer tercio del siglo XIII (Pintor anónimo castellano). Tablilla procedente de la ermita de Nuestra Señora de Peñalba de Arnedillo (La Rioja), una pieza excepcional por su estilo, de clara influencia bizantina, algo inusual en su origen riojano, como por su composición, que desplaza la imagen principal, correspondiente a la Virgen y el Niño a un lado, en lugar de ubicarlos en el centro.

El museo posee otro frontal, pero es de la escuela catalana, así que llena un vacío.

Las más populares

'San Gregorio el Grande y San Jerónimo'. h. 1495-1500 y 'San Ambrosio y San Agustín'. h. 1495-1500. (Pedro Berruguete) El Museo del Prado cuenta con un buen número de tablas de Berruguete, realizadas en su mayoría para el convento de Santo Tomás de Ávila; estas dos también tienen el mismo origen, de manera que enriquecerán la colección de pintura española de inicios del Renacimiento que ya posee la pinacoteca.

Otras obras de la donación

Completan el lote otras obras destacadas como el Frontal de Solanllong (Maestro de Lluça), procedente de Ripoll y de claro estilo bizantino, con un Pantócrator y Tetramorfos de gran calidad; una pintura mural extraída de la iglesia de Sant Esteve de Andorra, titulada El Lavatorio; una escultura de Gil de Siloe, Virgen entronizada con el Niño, idéntica a la que se conserva en la cartuja de Miraflores (Burgos) y el óleo de  Cristo de Piedad entre los profetas David y Jeremías, de Diego de la Cruz, uno de los autores más destacados de la pintura hispanoflamenca burgalesa.

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