"La preparación de un simple tomate es más difícil que la solución del problema de la infinitud de Dios". La frase del escritor y dramaturgo francés Antonin Artaud sirve a los organizadores de la exposición FOOD (Alimento) para cimentar su tesis: hablar de comida es bastante más complejo en el momento presente que referirse a una necesidad básica y un teórico derecho de todo ser humano.

La muestra, organizada por Art For the World, una organización no gubernmental asociada con el Departamento de Información Pública (UNDPI) de las Naciones Unidas, ha convocado a 28 artistas de 17 países, para que muestren trabajos relacionados con la crisis alimentaria, las hambrunas, las destrucción del medio ambiente, los nuevos hábitos de nutrición, la economia de los alimentos y su efecto en las personas y cualquier otro asunto que tenga que ver "con el fascinante asunto del alimento, una materia altamente compleja que tiene que ver simultáneamente con la supervivencia, la salud, la economía y la cultura".

Inaugurada en el Musée Ariana de Ginebra (Suiza), muy cercano a la sede central de la ONU, FOOD estará en la ciudad hasta el 24 de febrero. Luego iniciará una gira itinerante por Milán (Italia) —del 18 de septiembre al 24 de noviembre, como antesala de la EXPO 2015, cuyo lema es Energía para la vida— y, ya en 2014, recalará en Sao Paolo (Brasil) y Marsella (Francia). La comisaria de la exposición es Adelina von Fürstenberg.

En la exposición temática, dedicada a arte moderno realizado en los últimos cincuenta años, hay obras de figuras consagradas como la serbia Marina Abramović (1946), que presenta el vídeo The Onion (La cebolla, 1996), que muestra, durante 20 minutos, como la performer come a bocados una cebolla, provocando en el espectador una sensación de incomidad que la artista relaciona con la ingestión de alimentos indigeribles mientras la voz en off reflexiona sobra el desagrado de las esperas ("estoy cansada de comprar a toda prisa en los centros comerciales") y el alemán Josep Beuys (1921-1986), de quien se exponen un par de las esculturas sociales que realizó en Italia como parte del proyecto Difesa della Natura (Defensa de la Naturaleza).

El rumano Mircea Cantor (1977) se basa en la emigración forzosa por motivos económicos o sociales en la instalación Stranieri (Extranjeros, 2007-2011), con barras de pan atravesadas por cuchillos y montones de sal, una metáfora que juega con el símbolo de la hospitalidad (el pan), tajado y sangrando sal —sustancia que ayuda a cicatrizar las heridas—. La obra es una llamada al mundo sobre la necesidad de ejercer un acogimiento sincero hacia los migrantes.

El dúo de artistas cubanos Los Carpinteros —Marco Antonio Castillo Valdés (1971) y Dagoberto Rodríguez Sánchez (1969), que viven en Madrid y La Habana— presentan Luz dentro de pan, una serie que iniciaron en 2011 donde transforman uno de los alimentos universales en un objeto-escultura a través del que puede colarse la luz.

Otros artistas, como el brasileño Cildo Meireles (1948) optan por trabajos más políticos. Para la serie Inserções em Circuitos Ideológicos (Inserciones en circuitos ideológicos, 1970), el artista manipuló botellas de Coca-Cola imprimiéndo en el cristal la frase Yankees Go Home (Gringos, marchaos a casa) y las puso en el circuito comercial para convertirlas en un incentivo para la acción y, al mismo tiempo, en una crítica a las regulaciones del derecho de autor.

El español Antoni Miralda (1942) elabora calaveras, imágenes de la muerte, con semillas que representan la biodiversidad en Reserva Natural.

"El hambre no es consecuencia de la falta de alimentos. El rendimiento máximo al que la sociedad del consumo contemporánea somete a los sistemas de producción agroindustriales viola el ciclo de la Tierra y la somete a un ritmo de superproducción contrario a la naturaleza", dice la comisaria  von Fürstenberg al referirse a las intenciones de FOOD.

La muestra aspira a ser una experiencia artística que establezca "la conexión de las personas con los productos de la naturaleza, independientemente de su transformación en la gastronomía y la cocina, y dejar en evidencia la necesidad de que todos los seres humanos se beneficien de estos alimentos".

La coordinadora destaca que mientras que se sobreproducen alimentos para el consumo en los países desarrollados, "cada cinco segundos un niño de menos de diez años muere de hambre y más de mil millones de seres humanos están gravemente subalimentados".