"Hablo con mi madre en Homs por teléfono y, de fondo, escucho el ruido de las bombas"

La multitud rodea a los cuerpos sin vida de varias víctimas de los bombardeos en Homs, el pasado 4 de febrero de 2012.
La multitud rodea a los cuerpos sin vida de varias víctimas de los bombardeos en Homs, el pasado 4 de febrero de 2012.
GTRES
La multitud rodea a los cuerpos sin vida de varias víctimas de los bombardeos en Homs, el pasado 4 de febrero de 2012.

"La noche del viernes al sábado bombardearon un barrio de Homs y estuve hasta las tres de la mañana escuchando noticias en la televisión, buscando por Internet... Mi mujer me dice que debo tranquilizarme y dejar de ver noticias sobre el asunto constantemente". Así habla H.F., un sirio residente en España, cuya familia vive en la sitiada ciudad de Homs, pero que ejemplifica la preocupación de miles de compatriotas que viven aquí, por la situación que vive su país, a más de 5.000 kilómetros de distancia.

Siria vive desde hace diez meses una situación de inestabilidad que, poco a poco, se va convirtiendo en una situación de abierta guerra civil. La oposición al régimen de Bachar Al Asad se va radicalizando y armando y las tropas gubernamentales llevan meses realizando una violenta represión, como ejemplifican los bombardeos que Homs sufre desde hace días.

Muchos tienen miedo a hablar o dar su nombre porque saben que podría haber represalias a sus familias en Siria. "Al principio la embajada anotaba los nombres de los que salían en los medios y luego hacían visitas a sus familias, ahora no se oye tanto, pero el temor ahí está", explican.

"Homs vive una guerra civil"

H.F. vino a estudiar a España, conoció a una española y se quedó a vivir en nuestro país. Lleva 27 años y ya tiene la doble nacionalidad. En Homs, tiene a su madre y a sus hermanos.

"Lo que se está viviendo en Homs es un horror, hablo con mi madre por teléfono y, de fondo, escucho el sonido de las bombas". Confiesa este sirio, preocupado porque hace días que no logra contactar con su familia: "No hay forma, ni por Facebook, ni por Internet, y llevo dos días así".

"Vivo en estado de shock", asegura este ciudadano sirio. Su hermano marchó a Damasco por trabajo y lleva una semana sin poder regresar a su ciudad natal, que "está cercada".

"La zona donde vive mi madre es tranquila, es una zona donde viven muchos cristianos -ellos son musulmanes-, pero tienen un puesto de control del ejército a 500 metros", explica alarmado porque, "la situación es dramática, bombardean barrios enteros".

H. nos cuenta que desde allí le llegan noticias de cortes diarios de la luz, escasez de gasoil para la calefacción y de otros productos básicos. "La gente vive de sus ahorros o de la solidaridad entre familias".

"En Siria siempre hubo una convivencia entre etnias y grupos religiosos fabulosa, no había guetos, la gente vivía mezclada: en los 70 empezaron a venir alauitas -grupo al que pertenece la familia Asad- y formaron varios barrios y nunca hubo problemas", rememora", pero ahora Al Asad quiere vender que es un conflicto racial. No es así, pero si esto continua acabará siéndolo".

"Ya no aguanto ver los vídeos de Internet"

Zinar Ala es un refugiado político kurdo sirio, que reside en España desde 2005 trabajando como profesor de árabe, traductor, escribiendo en Rudaw y Actualidad Kurda y siendo activista por los derechos humanos. Pasó 75 días en prisión por "prender fuegos" -"mi único delito fue poner música kurda en mi tienda mientras unos chicos encendían cerca una hoguera para celebrar la fiesta kurda Newroz"-. Una vez fichado por la policía, fue hostigado por los servicios de inteligencia. Cuando le tocó ir al servicio militar obligatorio, decidió salir hacia España: "En cinco años, en aquella época, murieron 50 reclutas kurdos en extrañas circunstancias: suicidios, en entrenamientos, etc."

Zinar vive el drama de su país desde la lejanía, intentando no hablar demasiado con su familia y "cuando lo hacemos no hablamos de la situación por miedo". Recuerda que hace unos meses, le vieron en Internet en una foto en una concentración frente a la Embajada en Madrid; su familia le llamó llorando y le dijo: "Recuerda que nosotros estamos aquí". De momento, su familia no ha tenido problemas. "Si la gente está callada allí, están en paz", explica.

Su familia se encuentra en la zona kurda del país, a unos 60 kilómetros de la segunda ciudad del país, Alepo. En esa zona no hay una escalada bélica como en Homs, pero "lo que ocurre ahí acabará alcanzando todo el país". Aun así, denuncia que los simpatizantes del régimen hostigan a la población allí: "Hace unos pocos días hubo disturbios entre los leales a Al Asad, conocidos como shabiha -una especie de grupos no oficiales y sin uniforme, pero que ejercen de matones del régimen con total impunidad-, y dejó bastantes heridos por arma blanca".

"Llevamos un año preocupados. Desde que empezó este movimiento en Túnez, deseo que caiga el régimen", explica este exiliado. "Durante este tiempo intenté convalidar mi título, pero no pude, no lograba concentrarme y estudiar, estoy constantemente buscando noticias, siempre viendo lo que pasa. Ahora ya no aguanto ver los vídeos que cuelgan en Internet desde allí".

Este kurdo, aunque desea la caída del régimen, no ve con demasiadas esperanzas su futuro. "Los kurdos no tenemos derechos, pero los Hermanos Musulmanes, que lideran el Consejo Nacional Sirio -el principal grupo opositor- no ha dado garantías a ninguna minoría, ni cristiana, ni kurda ni de otros grupos islámicos".

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