Un camión de granja abandonado y revivido para albergar encajes de metal en la carrocería; un útero, unos riñones y una vejiga tejidos con pelo humano; una réplica del motor de un coche, hecha en ganchillo y con hilo de acero.
El museo Powerhouse de Sidney (Australia), que explora en sus exposiciones la relación entre la ciencia y el diseño, inaugura Love Lace (Ama el encaje): un repaso exhaustivo de lo que da de sí esta técnica en el mundo del arte moderno.
La muestra reune más de 130 trabajos de 20 países. Hay obras en dos y tres dimensiones, instalaciones, esculturas, textiles, tapices, luces, moda, accesorios y joyería.
La variedad de ejemplos da para examinar las más modernas innovaciones de la técnica y también la permanencia de los métodos más antiguos para elaborar encajes y ganchillos.
Crines de caballo, titanio o fibra óptica
Entre los materiales clásicos, algunos poco convencionales: pelo humano, crines de caballo, titanio, papel de arroz, cobre, hilo de plata, fibra óptica y tela de Tapa (hecha a partir de la corteza de los árboles y típica de la Polinesia).
Aunque un proceso tan manual y artesanal parece lejano a la ciencia y la tecnología, el museo destaca el carácter matemático y técnico.
Los patrones del encaje consiguen que, en una estructura abierta, los espacios vacíos sean igual de importantes que las partes sólidas. Es un sistema perfecto que se sostiene de manera natural.
En cuanto a las comunicaciones por internet, la muestra cuenta con una instalación digital que usa una aplicación para móvil para demostrar que los modelos utilizados en el encaje se asemejan a las redes de contactos que construimos en el ciberespacio.
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