La infanta Elena es una mujer "muy católica y conservadora". Pero, además, "una apasionada de la vida que exprime cada segundo y que adora las emociones fuertes". Así es descrita la hija mayor de los reyes de España en un perfil en profundidad que publica esta semana la revista Pronto y que ha elaborado con la ayuda del historiador Ricardo Mateos, experto en realeza y autor de algunas obras sobre los Borbones.

Según la publicación, Doña Elena es amante de la adrenalina -ha llegado a torear una vaquilla- y una mujer campechana a quien no le importa hacer la compra ella misma en una cadena popular de supermercados -aseguran que en su cesta nunca faltan las pechugas de pollo y los productos de marca blanca-.

Asimismo, aunque no fue una estudiante brillante -las matemáticas y la física se le resistían y repitió 8º de EGB- logró finalizar con éxito Magisterio y es licencia en Ciencias de la Educación. Además, habla tres idiomas y tiene especial debilidad por el chocolate, los percebes y algunas series de televisión, como las que marcaron sus adolescencia: desde V a Dinastía y Falcon Crest.

El reportaje incide además en la cara solidaria y poco conocida de la infanta. Según Ricardo Mateos, Doña Elena es muy discreta en estos asuntos y esta es la razón por la que no son publicitados sus habituales viajes a Colombia, Perú, Uruguay o Brasil con ayuda para los más desfavorecidos. Estas labores están relacionadas con su cargo como  representante de la Fundación Mapfre, para la cual trabaja en el departamento de Proyectos Sociales y Culturales.

"Lo de Elena es una labor social continuada, un compromiso", asegura Mateos, que indica que, por el contrario, lo que hacía la infanta Cristina para La Caixa era "exposiciones". "Doña Elena está bastante implicada. Si no, haría como tantas otras princesas que se van a África, les ponen cuatro niños, se hacen 800 fotografías y ya está", opina.