¿Debemos ajustar el horario español al del resto de Europa?

“Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, el horario de comidas de la población española se ajustaba en mayor medida a las pautas europeas”. Esta es la hipótesis de partida del Libro Blanco para la Racionalización de los horarios españoles y su Normalización con los demás países europeos. Este proyecto, iniciado hace tres años y medio por la Fundación Independiente, tiene el objeto de “sensibilizar” a la sociedad de la importancia de una modificación de nuestros horarios y hábitos para hacerlos más racionales. De momento, el Congreso ya ha dado el primer paso adelantando una hora -de las 9 a las 8- el debate de los jueves. Pero: ¿Por qué cambiar?
Aspecto que presentaba el hemiciclo a las 8 de la mañana. (Efe)
Aspecto que presentaba el hemiciclo a las 8 de la mañana. (Efe)
Efe
Aspecto que presentaba el hemiciclo a las 8 de la mañana. (Efe)

Pues básicamente, y tal y como especifica Ignacio Buqueras, presidente de la Fundación Independiente, para “racionalizar los horarios laborales; para mejorar la calidad de la vida cotidiana y para lograr una vida familiar más intensa”.

“Desde el Ministerio de Administraciones Públicas hemos asumido el compromiso de los promotores del Libro Blanco”, ha declarado Jordi Sevilla, ministro de Administraciones Públicas, en torno a este proyecto.

  • ¿Qué propone la Fundación Independiente?

La Fundación propone siete puntos:

- Flexibilización de los horarios laborales, las jornadas continuas, jornadas a tiempo parcial y el teletrabajo.

- Debemos controlar no el número de horas de estancia, sino el número de horas productivas.

- Libertad de los horarios comerciales.

- Somos los europeos que menos dormimos, lo que afecta a la producción y en el número de accidentes. Son imprescindibles unas adecuadas campañas de sensibilización de la sociedad en este sentido.

- La mujer es la gran perjudicada por nuestros actuales horarios, ya que tiene una doble carga de trabajo.

- Dedicamos casi trece horas al trabajo, por lo que es menester racionalizar el tiempo para disponer de tiempo de ocio.

- Reflexionar sobre la conveniencia o no de cambiar nuestro horario oficial y adoptar el que por situación geográfica nos corresponde de forma lógica.

Para encontrar el origen de este horario, no hace falta remontarse mucho más allá de la década de 1930.

Según el sociólogo Amando de Miguel, en esos momentos ”ya se empezaba a trasnochar, a retrasar el ritmo cotidiano”.

Al españolito medio le gusta pensar que comer más tarde que los demás constituye otra prueba de su peculiaridad

De hecho, el académico y cineasta José Luis Borau ha escrito recientemente que "al españolito medio le gusta pensar que comer más tarde que los demás constituye otra prueba de su peculiaridad”.

No obstante, y tal y como escribe el propio Borau, “Palacio Valdés describe en su Riverita un ambiente en el que la burguesía madrileña, en las postrimerías del XIX, sigue idénticas horas a las de París o Londres”.

  • Horarios según la clase social

Según la investigación elaborada por la Fundación Independiente, “la Monarquía tiene desde siempre sus horarios institucionales”.

Para que se hagan una idea, los monarcas almorzaban, a finales de los veinte, a la una de la tarde, mientras que en 1903 cenaban a las ocho.

La Monarquía tiene desde siempre sus horarios institucionales

La nobleza, a mediados del siglo XIX, almorzaba a las doce y comía a las cinco, en verano, y a la siete, en invierno, mientras que en 1900 el té tenía lugar a las cinco.

Entre estas clases acomodadas –continúa el estudio-, el modelo era la casa de la marquesa de Squilache, en la que se cenaba a las ocho.

La clase media madrileña o vasca, por su parte, comía a las doce o la una, mientras que los indigentes tenían un horario asistencial a las doce.

Incluso, en tiempos de Primo de Rivera, y ante “lo mucho que comen los españoles y lo poco que trabajan”, se intentó regular el horario de comidas entre cinco y media y siete de la tarde –comida única-.

  • Vida nocturna y laboral

Lo que sí que parece ser una constante desde principios del siglo XX, según demuestra la documentación aportada por la Fundación Independiente, es la vida nocturna.

Divertirse hasta la madrugada y empezar a trabajar a las diez es toda una proeza

“Me ha sorprendido el orden de vida en España, porque aquí se cena a las once y duran las fiestas hasta el alba (…), divertirse hasta la madrugada y empezar a trabajar a las diez es toda una proeza”, decía en 1929 el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Stresemann.

Sin embargo, eran muchos los que entraban bastante antes de las diez.

Los albañiles se levantaban a las cinco, almorzaban a las doce y cenaban a las siete, mientras que las verduleras empezaban a trabajar a las cuatro u media de la mañana.

Ya en 1926, el horario comercial comenzaba a ser muy similar al actual: de 9.30 a 13.30 y de 15.30 a 20.30.

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