La París-Roubaix tiene sobrenombres como el infierno del Norte o la última locura y en su edición de 2015, celebrada este domingo, hizo honor a esas denominaciones. La carrera cruzaba unas vías de tren cuando la valla que indica el paso del tren se cerró. Lejos de respetar este aviso decenas de corredores cruzan las vías, segundos antes del paso del tren.
Afortunadamente, los agentes lograron detener el cauce de ciclistas poco antes de que pasara el tren y no hubo que lamentar víctimas.
Salvo esa anécdota, que a punto estuvo de ser mucho más, la clásica carrera en ruta discurrió con normalidad y terminó con la victoria del alemán John Degenkolb.
Al último kilómetro llegaron siete corredores, que se jugaron el triunfo en el velódromo. Degenkolb, el que más había trabajado para hacer el corte definitivo, aún tuvo fuerzas para ganar el esprint al cabo de 253,5 kilómetros y 27 tramos de adoquinado repartidos en 54 kilómetros.
El triunfo del ciclista germano, de 26 años, no es ninguna sorpresa, fue segundo en la pasada edición y hace unas semanas también fue el primero en uno de los denominados "monumentos", la clásica italiana Milán/San Remo.
Esta edición del infierno del Norte fue más llevadera al faltar la lluvia, el barro y el viento por carreteras comarcales en las que generalmente transitan tractores.
Fue una "clásica" sin esa dureza que le caracteriza, a pesar de los 27 tramos de pavés repartidos en 54 kilómetros, que no fueron decisivos como en otras ocasiones debido al control de equipos con "esprinters".
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