Adiós a Johan Cruyff, el genio del fútbol total

Johan Cruyff durante el día de puertas abiertas de la Fundación Johan Cruyff en el Estadio Olímpico en Amsterdam, en 2014.
Johan Cruyff durante el día de puertas abiertas de la Fundación Johan Cruyff en el Estadio Olímpico en Amsterdam, en 2014.
EFE
Johan Cruyff durante el día de puertas abiertas de la Fundación Johan Cruyff en el Estadio Olímpico en Amsterdam, en 2014.

Cuando se marcha un genio, no hacen falta palabras, basta observar su legado. Finalmente, Johan Cruyff no pudo derrotar al cáncer de pulmón, contra el que luchaba desde hace meses y hecho público en octubre de 2015.  Ha muerto Cruyff a los 68 años, un símbolo con mayúsculas del fútbol mundial, uno de esos jugadores situados en el Olimpo de este deporte, junto a Pelé, Maradona y DiStéfano.

Pocos han llegado o llegarán a su altura, pero no solo por lo que hizo  con el balón en sus pies, sino por lo que significó para este deporte una vez que abandonó el césped y se mudó al banquillo. El Barcelona puede decir mucho al respecto, se ha marchado su arquitecto, el genio del fútbol total que parió un Dream Team que todavía hoy asombra y se recicla en secuelas aún mejores que la inicial, la de Cruyff, la coronada en aquel lanzamiento de Koeman, allá en Wembley. “Salir al campo y divertíos”, fue la única consigna de Cruyff a sus jugadores en el vestuario. Con los genios por medio, no hacen falta palabras.

Hendrik Johannes Cruyff nació un 25 de abril de 1947 en Ámsterdam. Holanda le vio dar sus primeros pasos y desde el prinicpio quedó claro que aquellos tenían un destino, perseguir un balón. En el genial Ajax estuvo 10 temporadas, ganando tres copas de Europa, hasta que cambió Holanda por España y llegó a sus segunda casa, Barcelona, en un traspaso histórico por lo que iba a significar Cruyff para el club azulgrana. 60 millones costó entonces su cambio de camiseta, algo inaudito en los tiempos que corrían.

Como jugador lo consiguió casi todo,  36 títulos se marchan con él: levantó el Balón de Oro en tres ocasiones (1971, 1973 y 1974), títulos nacionales, una Liga y un subcampeonato mundial, en aquella final en la que Alemania privó a Johan de su sueño. Era la famosa Naranja Mecánica lidereada por Johan y con Rinus en el banquillo.

Revolución azulgrana

Su figura creció en el banquillo. Sencillamente revolucionó al Barcelona, cuyo fútbol llegó a la categoría de arte bajo la batuta de Johan, un carácter, un genio.  Eran los tiempos del Dream Team, en los que Guardiola movía todo. Cuánto le debe Pep a Johan, su fiel maestro. El sello perdura e incluso la Roja, el equipo de los jugones, muestra huellas dactilares cruyffianas.

Dejó de entrenar, parecía que no estaba pero estaba. Su voz siempre se escuchaba, se le tenía en cuenta y él no era de morderse la lengua. Su personalidad casi iba por delante de él.

Se va Cruyff, nos lo quita un cáncer de pulmón, pero queda su filosofía, su idea de fútbol como un espectáculo sin restricciones. “El juego sencillo es el más precioso, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil”, dijo Johan, constructor de frases que son axiomas. “Los millones hay que tenerlos en el campo, no en el banco”.

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