Alexis Sánchez, el futbolista para todos los gustos (o casi)

Alexis Sánchez, del Arsenal, celebra un gol en el estadio Wembley en 2015.
Alexis Sánchez, del Arsenal, celebra un gol en el estadio Wembley en 2015.
GTRES
Alexis Sánchez, del Arsenal, celebra un gol en el estadio Wembley en 2015.

Seré sincero: a mí no me gusta Alexis Sánchez. Reconozco sus méritos deportivos y me he sentido algo abrumado al repasarlos todos antes de escribir esta confesión inculpatoria. No es cómoda la posición de quien niega la evidencia. Los números juegan en mi contra y es posible que, a partir de este primer párrafo, también lo hagan 18 millones de chilenos y los 113 millones de aficionados del Arsenal que habitan el ancho mundo, Nick Hornby el primero de todos ellos.

Para que comprendan el alcance de mi lesión (mental) les diré que tampoco me gusta Angelina Jolie o, para ser más precisos, no me gusta en la medida que les gusta a los demás. Vean. Llegados al segundo párrafo ya tengo frente a mí a los chilenos, a los gunners (armados, por pura definición) y a un altísimo porcentaje de la población masculina mundial, lo que me sitúa delante de un universo hostil con la única compañía, quizá, de Brad Pitt y Gundogan.

No es sencillo explicar lo que no te convence de algo evidentemente bueno. Probablemente nos haría falta un diván. Tal vez el rechazo se relacione con algún deseo no cumplido o alguna proyección frustrada (detecto que los abdominales de Alexis me irritan). O pudiera ser un gesto de fidelidad extrema hacia un primer comentario sin excesivo fundamento al que hemos decidido entregarnos. En ocasiones hacemos cosas así de estúpidas.

Pretendí tener razón cuando Alexis llegó al Barcelona, precedido por su fama de delantero con desborde y por su desbordante fichaje: 26 millones de euros más once de variables. Aproveché la misma bala para disparar contra Guardiola y contra su apuesta. Dije, todavía lo recuerdo, que Alexis no estaba a la altura del entorno (Messi, Iniesta, Xavi), como si alguien pudiera estarlo. Traté de disimular la impresión cuando marcó contra el Real Madrid un gol extraordinario, una vaselina insensata por la enorme distancia y por la altura del portero, no menos enorme (Diego López, 1'96).

Cuando Alexis fue traspasado al Arsenal por 42 millones me llevé las manos a la cabeza. Se convertía en la segunda venta más elevada del Barcelona después de Figo (60). Bien, pues Wenger no se equivocó del todo: en su primera temporada en la Premier fue incluido en el once ideal y reconocido como el Fan's Player of the Year. Cincuenta millones de ingleses. Más soldados en mi contra.

En septiembre de 2015, Alexis Sánchez le marcó tres goles al Leicester y se convirtió en el primer futbolista con hat-tricks en la liga italiana, española e inglesa. No sólo hace falta tener instinto goleador para conseguirlo; también se necesita una asombrosa capacidad de adaptación a entornos muy diferentes. Muy pocos futbolistas sobrevuelan tantas fronteras y climas.

Juraría que con la selección de Chile también marcó algún gol buscándome entre la multitud. La prueba es que caí engañado como Romero cuando Alexis marcó el penalti que hizo a los chilenos campeones de su primera Copa América. En la segunda, el pasado verano, asistí en silencio a su coronación como mejor futbolista del campeonato.

Y mis perspectivas no mejoran. Alexis, con 28 años recién cumplidos, suma doce goles en la actual Premier, uno menos que el aclamado Diego Costa. La sensación sería devastadora si no fuera porque cada día que pasa me gusta un poco más Angelina Jolie. Con permiso de Brad, naturalmente.

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