Aún rugía el volcán de La Palma cuando ya se afanaban en rescatar viviendas sepultadas por la ceniza. Arrancaban meses de trabajo que han conseguido despejar casi por completo muchas edificaciones, una de ellas es la casa de Vicente, su dueño la describe como “un icono de la resistencia ante el volcán”. En la misma zona está la casa de Heriberto, su desilusión se tornó en esperanza cuando consiguieron desenterrarla. Los daños visibles pueden arreglarse, pero hay otros problemas. Porque los seísmos y la lava que discurría por superficie y bajo tierra puede haber dañado lo que no se ve, la cimentación. Para ello los investigadores del CSIC toman muestras en la zona de exclusión. Estudiarán si casas en las zonas más cercanas a la erupción, que quedaron en su momento sepultadas por la ceniza, pueden volver a habitarse y convertirse en un símbolo de resurrección.